Dirección:Paul Urkijo Alijo
Guion: Paul Urkijo Alijo
Reparto: Yune Nogueiras, Elena Irureta,Ane Gabarain,Iñake Irastorza,Xabi Jabato,Erika Olaizola Manex Fuchs,Elena Uriz
Fotografía: Gorka Gómez Andreu
Montaje: Elena Ruiz
Música : Aránzazu Calleja, Maite Arroitajauregi
Distribuidora: Filmqx
Año: 2025
Título Original: Gaua
Estreno En España : 11/10/25 eb El festival de Sitges y 14/11/25 en cines
Género: Aventuras Fantástico
Duración:90 Minutos
ARGUMENTO
Montañas vascas, siglo XVII. En plena caza de brujas, Kattalin abandona el caserío en mitad de la noche huyendo de su marido. Perdida en la negrura del bosque, comienza a sentir que una presencia la persigue. En su travesía, se topa con tres mujeres que, mientras lavan la ropa, comparten cuentos de miedo y habladurías del pueblo. Para su asombro, Kattalin acabará formando parte de esas historias que escucha. Gaua “transita entre los códigos de la fantasía y la realidad histórica” y que “se sumerge en el mundo nocturno de la mitología vasca”, ambientada en el siglo XVII
CRÍTICA
Paul Urkijo vuelve a sumergirse en la oscuridad de la mitología vasca con Gaua, un filme que confirma que debemos considerarlo, sin lugar a dudas, uno de los grandes directores que tenemos en este país. Su talento para crear atmósferas, para hacer del folclore una experiencia visual poderosa, alcanza aquí un nivel de madurez absoluta. Rodada de manera soberbia —esa iluminación a base de velas es pura magia cinematográfica—, la película desprende una textura casi pictórica, como si cada plano hubiera sido esculpido a golpe de pincel y humo.
Ambientada en las montañas vascas del siglo XVII, Gaua nos introduce en la huida nocturna de Kattalin, una mujer que abandona su hogar en mitad de la noche mientras la Inquisición extiende su sombra sobre el pueblo. En su camino, se cruza con tres mujeres que lavan ropa junto al río y cuentan historias de brujas y espíritus. Poco a poco, lo legendario y lo real se confunden, y Kattalin se verá atrapada en su propia leyenda. Urkijo combina con elegancia la dureza de la época con la poesía de lo fantástico, en una película narrada en cuatro capítulos que funcionan como pequeñas parábolas dentro del conjunto.
De esos cuatro episodios, el que gira en torno al akelarre es, sin duda, el más fascinante. Allí el director se suelta por completo, desplegando un barroquismo visual hipnótico, casi ritual, donde las llamas, los cuerpos y los cánticos convergen en una danza entre lo sensual y lo sagrado. La secuencia, además, destaca por su impecable trabajo de sonido y por una planificación milimétrica que nos recuerda por qué Urkijo es, más que un narrador, un orfebre de imágenes.
Ahora bien, no todo es perfecto. Aunque técnicamente Gaua roza la excelencia —fotografía, dirección a
artística, sonido y música se funden con precisión quirúrgica—, su narración a veces se atasca. El tempo irregular en algunos tramos y cierta sensación de reiteración hacen que la película no alcance la emoción total de Errementari o la crudeza de Irati. Pero incluso en esos momentos, uno no puede dejar de admirar lo que ve en pantalla: un ejercicio de estilo que abraza la tradición sin renunciar al riesgo.
Entre las curiosidades del rodaje, destaca que buena parte de las escenas se filmaron únicamente con luz natural o velas, lo que obligó al equipo a adaptar los horarios de rodaje al ritmo del sol. La dirección de fotografía de Gorka Gómez Andreu se benefició de esa limitación, logrando una imagen cálida y orgánica que da al filme su inconfundible aura. Por su parte, Yune Nogueiras —ya espléndida en Akelarre de Pablo Agüero— confirma aquí su magnetismo frente a la cámara, sostenida por un elenco que respira verdad y naturalidad, con la veteranía de Ane Gabarain y Elena Irureta aportando peso y realismo
La proyección en el Festival de Sitges 2025 fue recibida con entusiasmo. El público disfrutó mucho con la propuesta de Urkijo, aplaudiendo tanto su potencia visual como su manera de reinterpretar la mitología vasca desde una mirada femenina. No es fácil lograr que una película tan contenida despierte semejante calidez, pero Gaua lo consigue con convicción y personalidad.
Gaua no es la película más disfrutable del cineasta vasco, pero sí la más madura y técnicamente impecable. Es cine artesanal, pausado, hecho con fe en el poder de la imagen. Una obra donde lo pagano y lo humano se dan la mano bajo la luz temblorosa de una vela, recordándonos que el cine de Paul Urkijo sigue siendo uno de los lugares más fértiles —y más valientes— de nuestro panorama audiovisual.
Una experiencia visual poderosa, tan bella como inquietante, que consolida a Urkijo como un maestro de lo fantástico hecho en casa.
NOTA 7,5/10
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