Dirección: Roman Polanski
Guion: Gérard Brach, Roman Polanski
Reparto: Jack MacGowran, Roman Polanski, Alfie Bass, Jessie Robins Sharon Tate Ferdy Mayne, Iain Quarrier, Terry Downes, Fiona Lewis,Ronald Lacey, Sydney Bromley
Música: Krzysztof Komeda
Fotografía: Douglas Slocombe
Montaje: Alastair McIntyre
Vestuario: Sophie Devine
Distribuidora: Warner
Año; 1967
Título Original "The Fearless Vampire Killers.
Estreno En España: 13/03/69 reposición homenaje en el Festival de Sitges 2025
Género: Terror, Comedia
Duración: 108 Minutos
ARGUMENTO
“El doctor Abronsius y su ayudante Alfred viajan por Transilvania para confirmar una teoría que afirma la existencia real de los vampiros. Se detienen en una posada, cuyas paredes y ventanas están cubiertas de ristras de ajos, pero tanto los parroquianos como el posadero afirman que no existe ningún castillo por los alrededores y justifican la presencia de los ajos como un motivo ornamental típico de la región. El rapto de la hija del posadero y la vampirización de éste proporcionan a los protagonistas pistas suficientes para llegar al castil
CRÍTICA
Hay películas que uno nunca se cansa de revisitar, títulos que el paso del tiempo no desgasta sino que revaloriza. El baile de los vampiros es, sin duda, una de esas joyas que se disfrutan una y otra vez.
Considerada —con justicia— una de las mejores comedias de terror de todos los tiempos, el Festival de Sitges 2025 nos ha permitido el lujo de volver a verla en pantalla grande, donde su magia gótica y su humor absurdo lucen más vivos que nunca
Roman Polanski, aún lejos de la tragedia personal y del reconocimiento internacional que llegarían después, se atrevió aquí con una empresa tan arriesgada como brillante: rendir homenaje al cine de la Hammer mientras lo parodiaba con inteligencia y cariño. El resultado fue una cinta que navega entre el terror y la comedia sin naufragar jamás, un equilibrio que muy pocos han sabido mantener con tanta elegancia.
La historia —la del profesor Abronsius y su ingenuo ayudante Alfred en busca de pruebas que confirmen la existencia de vampiros en la helada Transilvania— es apenas una excusa para que Polanski despliegue todo su ingenio visual y narrativo. Desde la posada cubierta de ristras de ajos hasta el inolvidable castillo del conde, cada rincón parece sacado de un sueño (o pesadilla) lúgubre y barroco. La fotografía de Douglas Slocombe —posteriormente colaborador de Spielberg— es simplemente magnífica: mezcla de luces frías, sombras teatrales y un color que roza la pintura al óleo. Hay planos que podrían colgarse en un museo
Pero El baile de los vampiros también es una película de actores. Aquí encontramos a un reparto perfecto, encabezado por Jack MacGowran, el propio Polanski y, sobre todo, Sharon Tate, que brilla como nunca. Su naturalidad, su belleza y esa mezcla de inocencia y misterio hicieron de ella algo más que una actriz: un icono. Polanski y Tate se enamoraron durante el rodaje, una historia que todos conocemos y que otorga al filme una capa de melancolía difícil de ignorar hoy..
Entre las muchas anécdotas del rodaje, se cuenta que Polanski insistió en rodar personalmente muchas de las escenas peligrosas —incluyendo algunas en exteriores nevados—, convencido de que nadie reflejaría mejor la torpeza de su personaje que él mismo. También fue famosa su disputa con la Metro-Goldwyn-Mayer, que reeditó la película en Estados Unidos añadiendo un narrador cómico y recortando escenas, algo que indignó profundamente al director, quien siempre defendió su montaje original como una sátira sofisticada, no una simple farsa.
El tiempo, sin embargo, ha puesto las cosas en su sitio. El baile de los vampiros es hoy un clásico incuestionable: divertida, elegante, visualmente fascinante y dotada de una ironía que envejece mejor que la sangre artificial de sus vampiros. Una obra que, más allá de su humor, respira amor por el cine, ese cine de la Hammer al que parodia con respeto, homenajeando su estética y su espíritu.
Una joya inmortal, tan lúgubre como encantadora, tan cómica como siniestra. Y sí, verla de nuevo en una gran pantalla, entre risas cómplices y ecos de aplausos, es recordar por qué amamos tanto el séptimo arte.Una comedia de terror tan elegante como inolvidable; la consagración de Sharon Tate y una lección de estilo firmada por un Polanski en estado de gracia.
NOTA 8'5/10
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