Dirección: Marcus O. Rosenmüller.
Guion: Alice Brauner
Reparto: Vanessa Loibl; Vladimir Burlakov; Julian Koechlin; Felix Klare; Anton Pampushnyy; Monika Gossmann; Lena Kalisch; Ines Honsel; Hendrik Heutmann; Marianne Sägebrecht; Sidsel Hindhede
Productores: Alice Brauner, Michael Zechbauer.
Música: Martin Stock.
Fotografía: Namche Okon.
Montaje: Raimund Vienken.
Decorados: Adrienne Zeidler.
Vestuario: Mirjam Muschel. .
Distribuidora :Surtsey Films
Año; 2024
Título Original: Münter & Kandinsky.
Espero En España; 03/10/25
Género: Biopic, Drama
Duración: 120 Minutos
ARGUMENTO
Una historia de amor y desamor que cambió para siempre la historia del arte. Gabriele Münter conoció a Wassily Kandinsky cuando aún soñaba con abrirse camino en el arte. Entre pinceles, viajes y el carácter inquieto de un genio atormentado, nació una pasión que los unió como amantes y como cómplices creativos
CRÍTICA
Hay películas que, más allá de lo que cuentan, viven y respiran en las imágenes que nos muestran. Münter y el amor de Kandinsky, dirigida por Marcus O. Rosenmüller, es una de esas propuestas que pretenden unir el biopic sentimental con la pasión por el arte, pero que se queda en tierra de nadie. Una historia que, como bien reza la sinopsis oficial de Surtsey Films, nos acerca a la intensa relación entre Gabriele Münter y Wassily Kandinsky, un amor que nació entre pinceles, viajes y la ambición de un genio atormentado, y que marcó para siempre la historia del arte moderno.
El problema es que el filme se muestra demasiado lánguido, tanto en su narración como en su ritmo. Hay momentos en los que la trama se repite, ya vista en tantas producciones que han explorado romances entre artistas y musas, y esa reiteración acaba jugando en contra de la emoción que debería transmitir. La relación, sin duda apasionante en lo histórico y en lo artístico, pierde fuerza al estar contada con una solemnidad que roza lo académico y que en no pocas ocasiones llega a aburrir.
Sin embargo, hay que reconocer lo evidente: la fotografía es magnética. Martin Stock compone una partitura visual que recuerda constantemente a los cuadros de los protagonistas. Lleno de luz, de color y de una fuerza plástica arrolladora, el trabajo visual es el verdadero motor de la película y el único elemento que consigue transportarnos de lleno a la Alemania de principios del siglo XX, a ese universo donde la pintura se mezclaba con la vida cotidiana
Las interpretaciones cumplen con lo que se espera. Vanessa Loibl, como Gabriele Münter, se sitúa con firmeza en el centro del relato y consigue transmitir el peso emocional de una mujer eclipsada por la figura de Kandinsky. Vladimir Burlakov, por su parte, dibuja a un artista complejo, aunque en ocasiones demasiado esquemático. El resto del reparto acompaña con corrección, sin que nadie desentone especialmente
Como anécdota de rodaje, conviene recordar que varias escenas se filmaron en Murnau, el mismo pueblo bávaro donde Münter y Kandinsky convivieron durante años y donde la pintora guardó y protegió muchas de las obras de su compañero. Esa autenticidad del espacio real dota a ciertas secuencias de una fuerza que la propia narración, paradójicamente, no consigue alcanzar.
En definitiva, Münter y el amor de Kandinsky es un filme cuidado en lo formal, espléndido en su fotografía y con interpretaciones solventes, pero que falla en lo más importante: emocionar y atrapar al espectador. Una propuesta que, más allá de la belleza de sus imágenes, se queda en un biopic correcto, visto demasiadas veces, sin garra suficiente para trascender.
NOTA 4/10
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