Director Luc Besson
Guion Luc Besson, basado en la novela de Bram Stoker
Reparto:Caleb Landry Jones, Christoph Waltz, Zoë Bleu, Matilda De Angelis, Ewens Abid, Guillaume de Tonquéde
Productores Luc Besson (LB Productions), con participación de EuropaCorp, Actarus, entre otras
Música Danny Elfman
Fotografía Colin Wandersman
Montaje: Lucas “Kub” Fabiani Decorados Hugues Tissandier
Vestuario Corinne Bruand .Distribuidora; Vértice 360
Año: 2025
Título Original: Dracula: A Love Tale
Estreno En España: Festival de Sitges desde el 14/10/25 y eb salas 21/11/25
Género: Drama,Terror
Duración: 129 Minutos
ARGUMENTO
Tras una devastadora pérdida, el príncipe Vlad II, conde de Drācul (Caleb Landy Jones), renuncia a Dios y es maldecido a la vida eterna, condenado a vagar solitario a lo largo de los siglos. Este es el relato sobre la historia de amor jamás contada del infame vampiro, que desafiará al destino y la mortalidad en busca de su amor perdido.
CRÍTICA
Luc Besson regresa a la gran pantalla con su particular aproximación al mito de Drácula, y lo hace con una película que, desgraciadamente, resulta bastante floja y decepcionante en todos los sentidos. Lo que prometía ser una reinterpretación intensa y personal de la célebre novela de Bram Stoker acaba siendo un producto sin alma, que por momentos parece una mala copia de la versión de Francis Ford Coppola de 1992. Esperada con mucho entusiasmo en el Festival Sitges de 2025 pero no pudo encandilar al público
La historia sigue la línea clásica: tras una devastadora pérdida, el príncipe Vlad renuncia a Dios y es condenado a la inmortalidad, vagando a lo largo de los siglos en busca de su amor perdido. Sobre el papel, un relato de amor maldito con tintes góticos y épicos. Sin embargo, lo que en la sinopsis suena atractivo, en pantalla se convierte en un relato deslavazado, que nunca consigue emocionar ni aterrorizar.
El mayor problema reside en que la cinta nunca encuentra su propio pulso: la excesiva duración (más de dos horas que se hacen eternas) termina por lastrar una narración que carece de ritmo, de tensión y, sobre todo, de verdadera personalidad. Solo alguna secuencia visual aislada, de esas en las que Besson demuestra que aún sabe manejar la estética y el juego con la luz, logra salvarse de la quema. Pero son destellos demasiado breves para rescatar al conjunto.
En cuanto al reparto, Caleb Landry Jones se entrega físicamente al personaje, pero su interpretación resulta histriónica y poco matizada, mientras que Christoph Waltz parece estar en piloto automático, sin aportar demasiado más allá de su innegable presencia. La química romántica, eje central del relato, nunca termina de funcionar, lo que deja la historia de amor sin la fuerza que debería sostener toda la trama.
Cabe señalar que Besson contó con Danny Elfman para la banda sonora, un fichaje que en principio prometía dotar de personalidad musical al film. Sin embargo, incluso la partitura suena rutinaria, como si se tratara de un trabajo menor dentro de su brillante carrera.
En definitiva, Drácula es un proyecto que parecía ambicioso sobre el papel, pero que en pantalla naufraga. Un filme que no sorprende en ningún momento, que se extiende demasiado sin necesidad y que confirma que, a veces, la sombra de versiones anteriores —en este caso la de Coppola— es demasiado alargada como para intentar competir con ella.
NOTA 3,5/10
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