Dirección: Dag Johan Haugerud.
Guion: Dag Johan Haugerud
Reparto: . Andrea Bræin Hovig; Tayo Cittadella Jacobsen; Marte Engebrigtsen; Lars Jacob Holm; Thomas Gullestad; Marian Saastad Ottesen; Morten Svartveit
Fotografía: Cecilie Semec.
Montaje: Jens Christian Fodstad.
Música: Peder Kjellsby.
Distribuidora: Filmin
Año: 2024
Título Original: Kjærlighet
Estreno En España: 14/11/25 en plataformas Filmin
Género: Drama, Autor
Duración;119 Minutos
ARGUMENTO
Desafiando las normas sociales, una doctora pragmática y un enfermero compasivo buscan una intimidad más allá de los límites de las relaciones convencionales. "Amor en Oslo" forma parte de la trilogía "Sex, Love, Dreams" del director Dag Johan Haugerud, todo un éxito en el circuito de festivales de cine.
Marianne, una doctora pragmática, y Tor, un enfermero compasivo, evitan las relaciones convencionales. Tras una cita a ciegas, Marianne se encuentra con Tor en el ferry; Tor cuenta sus experiencias de intimidad espontánea y, a raíz de ello, Marianne empieza a explorar si la intimidad casual puede ser también una opción para ella.
CRÍTICA
Dag Johan Haugerud regresa con la segunda parte de su trilogía “Sexo, Amor y Sueños”, y lo hace con un filme que, sinceramente, me cuesta recomendar. Amor en Oslo es de esas películas cuyo planteamiento podría dar mucho de sí, pero que termina quedándose en tierra de nadie, con un ritmo anodino, casi narcótico, que desconecta al espectador a los pocos minutos de empezar. Haugerud, tan interesado siempre en los silencios y en lo cotidiano, aquí parece refugiarse demasiado en ellos, olvidando que, para funcionar, también hace falta un pulso narrativo que invite a seguir el viaje emocional de los personajes
La película nos presenta a Marianne, una doctora pragmática, y a Tor, un enfermero de sensibilidad desbordante, dos personas que evitan las relaciones convencionales y que, tras una cita a ciegas y un encuentro en un ferry, comienzan a explorar si la intimidad casual puede convertirse en una forma válida de relación. Es una sinopsis que promete una reflexión madura y honesta sobre el deseo y los afectos, pero que en pantalla se diluye, sin encontrar el equilibrio entre lo que quiere contar y cómo quiere contarlo
Haugerud apuesta por un minimalismo extremo, pero ese minimalismo le juega en contra: lo que debería ser sutileza acaba convirtiéndose en frialdad. El espectador observa la historia desde la barrera, sin que la película permita entrar del todo en el conflicto interno de sus protagonistas. Como segunda entrega de la trilogía, tampoco aporta demasiado contexto nuevo ni amplía su universo temático de forma significativa.
En lo técnico, eso sí, la película mantiene la elegancia habitual del cineasta noruego. La fotografía de Cecilie Semec vuelve a encontrar belleza en lo cotidiano, incluso en esos espacios cerrados donde parece que no pasa nada, pero donde se intuye que debería pasar. La interpretación del reparto —especialmente Andrea Bræin Hovig— sostiene a ratos la película, aunque ni ellos pueden evitar que el conjunto termine resultando distante.
Durante la preparación de la película, Haugerud pidió a los actores que improvisaran conversaciones reales sobre citas fallidas y experiencias personales con relaciones poco convencionales. Parte de ese material —según comentó el propio director en entrevistas— acabó integrándose en el guion final, lo que explica la sensación de naturalismo en algunos diálogos… y, quizá, también esa irregularidad tonal que caracteriza el filme.
NOTA:3/10
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