Director: Leonardo Van Dijl
Guion: Leonardo Van Dijl, Ruth Becquart
Reparto: Tessa Van den Broeck, Ruth Becquart, Koen De Bouw, Claire Bodson, Laurent Caron,Pierre Gervais, Grace Biot, Sam Bellen, Juliette de Hous
Fotografía: Nicolas Karakatsanis
Montaje: Bert Jacobs
Música: Caroline Shaw
Decorados: Julien Denis, Quentin Warzée
Distribuidora: Filmin
Año: 2024
Título Original: Julie zwijgt
Estreno En España: 04/08/25
Género: Drama, Autor
Duración: 99 Minutos
ARGUMENTO.:
Como jugadora estrella de una academia de tenis de élite, la vida de Julie gira en torno al deporte que ama. Cuando su entrenador es investigado y suspendido repentinamente, todos los jugadores del club se animan a hablar. Pero Julie decide guardar silencio.
CRÍTICA
Desde que el cine belga comenzó a mirar de frente a los conflictos internos de sus personajes con una cámara que no juzga pero que observa con una inquietante cercanía, han sido muchos los títulos que nos han obligado a mirar hacia dentro. El silencio de Julie, debut en el largometraje de Leonardo Van Dijl tras su aplaudido corto Stephanie, es uno de esos ejemplos que nos invita al recogimiento, a la observación incómoda, a ese cine que no grita pero sí pesa. Y lo hace desde el gesto contenido, desde una mirada clavada que no se desvía, desde el uso magistral del fuera de campo.
Julie es una adolescente y una promesa del tenis. Vive rodeada de raquetas, repeticiones, rutinas y presión. Un día, en plena competición, le comunican que su entrenador ha sido apartado. La causa: el suicidio de otra joven alumna. A partir de ahí, el mundo de Julie comienza a fracturarse, aunque lo hace en silencio. No hay grandes enfrentamientos ni discursos reveladores. Solo preguntas insistentes de adultos preocupados —o demasiado interesados— en que ella hable. Pero Julie calla. Y en ese callar, la película encuentra toda su potencia.
Producida por los Hermanos Dardenne y la tenista profesional Naomi Osaka, El silencio de Julie hereda mucho del rigor formal del cine social belga, pero también se alimenta del mundo del deporte de élite y de sus sombras. La película aborda sin estridencias —pero con firmeza— temas tan complejos como el abuso psicológico,-o sexual-el poder que ejercen ciertos entrenadores sobre sus pupilas, y la línea difusa entre exigencia deportiva y maltrato emocional. Pero también pone el foco en el entorno, en esos padres, responsables de clubes y adultos que, en lugar de cuidar, a veces terminan presionando más. Seguramente no hay egoismo o malas intenciones, simplemente el desconocimiento de como son sus hijos en realidad que Seguramente sea más terrorífico.
Van Dijl opta por una puesta en escena que roza lo documental. La cámara se mueve con una naturalidad pasmosa, siempre a la altura de Julie, sin invadir pero sin soltarla. Hay un trabajo sonoro admirable: el chirrido de una zapatilla sobre la pista, el eco de una pelota en el pabellón vacío, el ruido de una ducha o el zumbido de un gimnasio tienen más fuerza narrativa que muchos diálogos. Y es que aquí el sonido es parte del relato, un elemento dramático tan poderoso como los silencios que atraviesan el rostro de la protagonista.
Y qué decir de ella. Julie, interpretada por una joven Tessa Van den Broeck absolutamente reveladora, sostiene la película entera con una contención conmovedora. No necesita decir nada para transmitirlo todo. Sus gestos mínimos, su mirada esquiva, su postura encorvada frente a un mundo que le exige más de lo que puede dar, nos sacuden sin necesidad de palabras.
Ahora bien, a pesar de sus muchas virtudes, El silencio de Julie arrastra cierta rémora narrativa en su arranque. Su primera parte tarda en encontrar el pulso y puede generar cierta frialdad en el espectador. Es un cine que pide paciencia, que exige tiempo y predisposición. Y aunque esa espera acaba siendo recompensada, es justo señalar que no todos los públicos comulgarán con ese ritmo tan contenido, casi clínico.
El silencio de Julie es una película incómoda pero necesaria. Una cinta que no busca dar respuestas ni dictar sentencia, sino que confía en la inteligencia del espectador para conectar los puntos, para escuchar lo que no se dice, para entender lo que se esconde detrás de una adolescente que guarda silencio porque, tal vez, el mundo aún no está preparado para escucharlo.
Un debut tan maduro como inquietante. Una denuncia sin panfletos. Un cine que observa, acompaña y deja huella
NOTA 6,5/10
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