Director Borja Cobeaga
Guion Borja Cobeaga y Valentina Viso
Reparto: Quim Gutiérrez, Juan Diego Botto, Ramón Barea, Iñaki Ardanaz, Mikel Losada, Laura Weissmahr, Sofía Otero , Irati García, Lou Cosette, Vera Lopez
Fotografía Bet Rourich
Música Aránzazu Calleja
Montaje Sofi Escudé
Distribuidora: Bteam Pictures
Año: 2025
Título Original; Los Aitas
Estreno En España: 21/03/25 en cines y 30/07/25
Género; Drama, Comedia
Duración: 88 Minutos
ARGUMENTO
En la periferia obrera del Bilbao de finales de los 80, un equipo infantil de gimnasia rítmica tiene la oportunidad de participar en una campeonato en Berlín. Ante la imposibilidad de que las madres acompañen a sus hijas, la tarea recaerá en los padres, que no parecen muy interesados en el viaje, ni en ese deporte, ni incluso en sus propias hijas.
CRÍTICA
A estas alturas ya sabemos que Borja Cobeaga no es un director que se esconda tras la risa fácil. Su humor tiene pliegues, capas, dobleces. Es un tipo que te hace reír mientras te desangras por dentro. En Los Aitas da un paso más allá: deja atrás esa comedia de brocha gorda que en otras manos habría explotado la caricatura del padre patoso para sumergirse en un terreno más espinoso, más incómodo, y por tanto, más honesto. El resultado es una tragicomedia amarga que, con apariencia ligera, pone el dedo en una de las llagas más desatendidas de nuestra memoria sentimental: la figura del padre ausente.
Ambientada en el Bilbao de los años 80, en ese ecosistema plomizo de humo fabril, transistores y salones tapizados de nicotina, Los Aitas plantea un conflicto tan simple como revelador: un grupo de padres tiene que acompañar en autobús a sus hijas a un campeonato de gimnasia rítmica en Berlín. Nada más. Nada menos. Un trayecto físico que es también emocional. Porque esos hombres, acostumbrados a delegar la vida familiar en sus mujeres y a refugiarse en los bares, en el Athletic o en sus silencios, se ven obligados a convivir con unas hijas que apenas conocen. Ahí empieza el verdadero viaje.
Como en toda road movie que se precie, el movimiento no es hacia un destino, sino hacia una transformación. Pero Cobeaga no se entrega al redentorismo hollywoodiense. Aquí no hay padres que, de repente, descubren la paternidad con una lágrima final. Aquí hay tipos torpes, incapaces de comunicarse, que avanzan a trompicones, entre la incomodidad y el patetismo. Lo grandioso es que el director bilbaíno no se burla de ellos: los observa con ternura crítica, con esa mirada irónica que a veces se convierte en caricia y otras en puñetazo seco
El guion, firmado junto a Valentina Viso, contiene diálogos certeros y silencios aún más elocuentes. Hay mucho no dicho en esta película. Y esa es una de sus fortalezas. Porque Los Aitas habla, en el fondo, del abismo generacional, de las masculinidades que se tambaleaban sin saberlo, de las heridas que deja una afectividad mutilada. Y lo hace desde un tono muy difícil de equilibrar: ni drama lacrimógeno ni comedia superficial. Un término medio que exige verdad en cada encuadre.
Quim Gutiérrez, en uno de sus trabajos más contenidos, construye un personaje que podría haber sido ridículo, pero al que dota de una vulnerabilidad inesperada. Juan Diego Botto, siempre sobrio, aporta una densidad dramática que eleva el conjunto. Y Ramón Barea, en un papel menor pero crucial, como ese cura descreído que conduce el autobús con más fantasmas que gasolina, aporta el poso que solo los actores grandes saben dar incluso en las escenas más pequeñas.
La película tiene esa textura ocre de los 80 que no cae en la nostalgia facilona. No idealiza aquella época. Al contrario, la cuestiona. Porque si algo deja claro Los Aitas es que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. En todo caso, fue distinto. Y muchas veces, peor.
Quizás a algunos les sepa a poco su final, que no cierra del todo, que se queda en una especie de reconciliación a medio gas. Pero esa es, precisamente, la verdad de esta historia. No hay redenciones plenas. Solo pequeños gestos. Solo miradas torpes. Solo la posibilidad de empezar a estar.
En definitiva, Borja Cobeaga ha rodado su película más madura. Más arriesgada, incluso. Una obra que mira hacia atrás sin complacencia y que, al hacerlo, nos interpela en el presente. ¿Qué tipo de padres fuimos, somos, seremos? Los Aitas no da respuestas. Pero deja una pregunta flotando que, como las buenas películas, nos acompañará mucho después de apagarse la pantalla
Una comedia amarga que se disfraza de ligereza para hablar, sin estridencias, del vacío emocional que habita en tantas familias. Irónica, honesta y profundamente humana.
NOTA 6,5/10
AUDIO DE LA CLAQUETA CRÍTICA DE LOS AITAS
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