martes, 30 de diciembre de 2025

MASPALOMAS

Directores: José Mari Goenaga, Aitor Arregi
Guion: José Mari Goenaga
Reparto: José Ramón Soroiz, Nagore Aranburu, Kandido Uranga, Zorion Egileor, Kepa ErrastiCristina Yélamos 
Música: Aránzazu Calleja
Fotografía: Javi Agirre Erauso 
Montaje: Maialen Sarasua Oliden
Vestuario: Saioa Lara
Productoras: Irusoin, Moriarti Produkzioak, Maspalomas Pelikula AIE, con participación de ICAA, Gobierno Vasco, RTVE, EITB
Distribuidora: Bteam Pictures 
Año: 2025
Título Original: Maspalomas 
Estreno En España: 25/09/25 en cines y 26/01/26 en plataformas Movistar Plus y Filmin
Género: Drama,  Autor 
Duración:115 Minutos 

ARGUMENTO 
Tras romper con su pareja, Vicente, un hombre de 76 años, vive la vida que le gusta en Maspalomas: pasa sus días tumbado al sol, de fiesta y buscando placer. Un accidente inesperado lo obliga a regresar a San Sebastián y reencontrarse con su hija, a quien había abandonado años atrás. Vicente deberá vivir en una residencia, donde se ve empujado a volver al armario y a ocultar una parte de sí mismo que creía resuelta. En este nuevo entorno, se preguntará si aún está a tiempo de reconciliarse con los demás… y consigo mismo

CRÍTICA 
Maspalomas es una de esas películas que avanzan con paso sereno pero firme, sin necesidad de subrayados ni golpes de efecto, confiando plenamente en la verdad emocional de lo que cuenta. Un filme sobre quiénes somos y cómo afrontar la vida tal y como somos, sin disfraces, sin coartadas, cuando el tiempo ya no concede demasiadas oportunidades para el autoengaño. Y, sobre todo, una película profundamente humana sobre el encontrarse a uno mismo, incluso cuando parece que ya es demasiado tarde.

La historia —sin entrar en destripes— nos presenta a Vicente, un hombre que ha construido su refugio vital en Maspalomas, un espacio de libertad tardía donde el cuerpo, el deseo y la rutina diaria funcionan como un escudo frente a un pasado lleno de renuncias. Un accidente lo obliga a regresar al norte, a San Sebastián, y a enfrentarse a una realidad que creía superada: la familia, la vejez, la dependencia y, lo más doloroso, la necesidad de volver a esconder una parte esencial de sí mismo. Desde ahí, la película traza un relato íntimo sobre la identidad, la soledad y la posibilidad —mínima pero real— de la reconciliación.

Goenaga y Arregi construyen un filme de contrastes: luz frente a sombra, libertad frente a normas, ruido frente a silencio. Cuando el espectador piensa que el protagonista está completamente solo, la película se encarga de recordarnos —con una delicadeza admirable— que siempre hay alguien en quien apoyarse, aunque ese apoyo llegue de forma inesperada o tarde. No hay discursos grandilocuentes ni moralejas impostadas: todo fluye desde los gestos, las miradas y los silencios, que aquí pesan tanto o más que las palabras.

Uno de los grandes pilares de Maspalomas son sus magníficas interpretaciones. José Ramón Soroiz ofrece un trabajo sencillamente conmovedor, lleno de matices, contención y verdad. Su Vicente no pide compasión, pero la genera; no busca comprensión, pero la encuentra. El reparto que lo acompaña está a la misma altura, componiendo personajes reconocibles, nunca caricaturescos, que enriquecen el relato sin robarle el foco a su núcleo emocional. Todo ello está sostenido por una dirección sensible y precisa, que sabe cuándo acercarse y cuándo retirarse, cuándo observar y cuándo dejar respirar la escena.

Es significativa la implicación personal de José Ramón Soroiz, que a su edad afrontó el papel con una honestidad absoluta, reconociendo en entrevistas que el personaje le obligó a reflexionar sobre su propia identidad, el paso del tiempo y la libertad tardía. Además, Goenaga y Arregi rodaron varias escenas en Maspalomas integrándose en espacios reales y no intervenidos, buscando capturar una verdad casi documental que se percibe claramente en pantalla.

Maspalomas no es una película ruidosa ni destinada a generar titulares fáciles. Es cine que se queda, que cala poco a poco y que acompaña al espectador más allá del último plano. Un relato honesto, valiente y profundamente empático sobre aceptarse, mirarse al espejo sin miedo y entender que, incluso en los momentos de mayor soledad, la vida aún puede ofrecernos un lugar al que pertenecer. Un ejemplo de cine adulto, sensible y necesario, de esos que engrandecen el panorama cinematográfico español sin levantar la voz, pero dejando una huella duradera.

NOTA 7,5/10

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