domingo, 28 de diciembre de 2025

CONTINENTE

Dirección: Davi Pretto 
Guion: Davi Pretto, Igor Verde, Paola Wink 
Reparto: Olívia Torres, Ana Flavia Cavalcanti, Corentin Fila, Breno de Filippo, Silvia Duarte, Sirmar Antunes, Marcio Reolon, Mauricio Paniagua, Cássio Nascimento
Fotografía: Luciana Baseggio
Música: Rita Zart, Bruno Vargas, Carlos Ferreira
Montaje: Valeria Racioppi
Maquillaje: Juliane Senna
Sonido: Tiago Bello, Marcos Lopes, Facundo Gómez 
Distribuidora: Vitrine  Films
Año: 2024
Título Original: Continent
Estreno En España: 06/10/25 en el Festival de Sitges y 06/06/25 en plataformas Filmin 
Género: Drama,  Terror 
Duración: 116 Minutos 

ARGUMENTO 
Después de 15 años viviendo en el extranjero, Amanda regresa a Brasil con su novio francés, Martin, hacia la gran finca familiar ubicada en un pueblo remoto de las incontables llanuras del sur del país. Allí descubre que su padre está en coma y que los trabajadores están en creciente tensión con los dueños de la tierra. Mientras intenta comprender el conflicto entre el pueblo y su familia, se verá envuelta en un inquietante acuerdo que desafía todo lo que conocía de su pasado y de sí misma

CRÍTICA 
El paso de Continente por el Festival de Sitges 2024 fue, siendo suaves, discreto. Demasiado. En un certamen acostumbrado a detectar —y amplificar— rarezas, hallazgos y propuestas incómodas, la película de Davi Pretto se diluyó entre proyecciones sin dejar poso ni conversación a la salida del Auditori. Y eso, en Sitges, suele ser una sentencia silenciosa pero definitiva.

La premisa, sobre el papel, apuntaba a un sugestivo cruce entre drama de raíces, conflicto de clase y una posible deriva hacia el folk horror. Amanda regresa a Brasil tras años en el extranjero junto a su pareja francesa para reencontrarse con una finca familiar marcada por tensiones latentes: un padre en coma, unos trabajadores enfrentados a los terratenientes y un pasado que parece reclamar su lugar. El escenario rural, las llanuras del sur y la sensación de aislamiento parecían el caldo de cultivo ideal para algo inquietante. Pero la promesa nunca llega a materializarse.

Pretto opta por un ritmo pausado hasta la exasperación, confundiendo contención con parálisis narrativa. La película se alarga de forma innecesaria, estirando escenas y silencios que no construyen atmósfera ni amenaza, sino una sensación de letargo que termina jugando en su contra. El terror —si es que podemos llamarlo así— apenas asoma en los compases finales, cuando ya es demasiado tarde para generar verdadera inquietud o implicación emocional.

El problema principal de Continente es su indefinición. El director parece querer transitar entre el cine de autor introspectivo, el drama social y una vaga aspiración al folk horror, pero no se compromete con ninguno de estos caminos. No hay rituales, ni mitología, ni un uso expresivo del paisaje que convierta lo rural en algo ominoso. Todo queda en una superficie pulcra, bien fotografiada, pero dramáticamente inerte

Ni siquiera el trabajo de los actores —correcto, profesional— logra salvar un guion que no termina de encontrar conflicto ni evolución. Los personajes parecen existir más como conceptos que como seres vivos, y el espectador asiste a su deriva con una distancia cada vez mayor. En Sitges, donde el público suele ser generoso con las propuestas arriesgadas, la reacción fue clara: indiferencia. Apenas se habló de ella, y eso, en un festival tan ruidoso, es casi peor que una mala polémica.

El propio rodaje se desarrolló en una finca real del sur de Brasil, con parte del equipo conviviendo durante semanas en el mismo entorno aislado que muestra la película. Paradójicamente, ese contexto —que podría haber alimentado la tensión y el extrañamiento— no se traslada a la pantalla. También resulta llamativo que algunos miembros del reparto y del equipo técnico provengan del cine independiente brasileño más combativo, lo que hace aún más desconcertante el tono aséptico del resultado final.

En definitiva, Continente es uno de esos filmes que aspiran a mucho y terminan quedándose en poco. Un ejercicio de estilo que confunde lentitud con profundidad y atmósfera con vacío. En Sitges pasó sin pena ni gloria, y fuera del festival difícilmente encontrará defensores apasionados. Un continente narrativo demasiado grande para un contenido dramático que nunca acaba de llenarlo..

NOTA 4/10

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