Dirección: Luciano Onetti, Nicolás Onetti.
Guion: Luciano Onetti, Nicolás Onetti, Camilo Zaffora.
Reparto: Agustín Pardella; Carlos Portaluppi; Mario Alarcón; Agustín Olcese; Jorge Lorenzo; Santiago Ríos; Gustavo Bonfigli; Paula Silva; Gustavo Pardi; Ezequiel Pache; Valeria San Martín; María Eugenia Rigon; Justina Ceballos; Gustavo Bayley; Ignacio Francavilla
Fotografía:Luciano Montes de Oca y Kasty Castilla
Distribuidora: Golem
Año: 2024
Título Original; 1978
Título Original; 1978
Estreno En España; 04/10/24 en el Festival de Sitges y ya en plataformas AMC Plus y Planet Horror
Género: Thriller, Terror
Duración: 78 Minutos
ARGUMENTO.
En plena dictadura militar y durante la final de la Copa Mundial de Fútbol de 1978 entre Argentina y Holanda, un grupo de torturadores irrumpe en una vivienda y secuestra a un grupo de jóvenes para someterlos a un interrogatorio inhumano en un centro clandestino de detención. Lo que comienza como una sesión de tortura se transforma en un verdadero infierno: los secuestradores han llevado a las personas equivocadas. Pronto descubrirán que algunos de sus capturados pertenecen a un macabro culto guiado por una fuerza sobrenatural desconocida, y la situación dará un giro inesperado y sangriento.
CRÍTICA
Hay películas que no piden permiso para incomodar al espectador, y 1978 es una de ellas. El tándem formado por Luciano y Nicolás Onetti construye un filme tenso desde su primer minuto, una experiencia que comienza anclada en un terror psicológico opresivo para terminar abrazando, sin red, el horror más visceral y fantástico. Ese salto —arriesgado, valiente y profundamente divisivo— fue precisamente lo que dejó al público del Festival de Sitges 2024 con el gesto torcido: no todos aceptaron la mutación del relato, y quizá ahí resida tanto su mayor virtud como su principal debilidad.
La película nos sitúa en la Argentina del Mundial del 78, mientras el país vibra con el fútbol y, en la sombra, la represión sigue su curso. Un grupo de represores irrumpe en una casa y secuestra a varios jóvenes para llevarlos a un centro clandestino. Lo que comienza como un interrogatorio cruel y angustioso pronto deriva en algo inesperado: las víctimas no son lo que parecen, y el horror, hasta entonces realista y asfixiante, se transforma en una pesadilla de tintes sobrenaturales que descoloca al espectador y lo obliga a replantearse las reglas del juego.
Los Onetti manejan con soltura el crescendo inicial. La primera mitad del metraje se cocina a fuego lento, generando una tensión casi física, donde el miedo nace de lo cotidiano y de lo histórico, de ese terror que sabemos que ocurrió y que todavía duele. El problema —o el acierto, según se mire— llega cuando la película decide dar un volantazo hacia el fantástico más extremo. No es una decisión cómoda ni complaciente, y quizá no siempre encaje con la precisión que exige el material, pero es imposible negar el coraje de la propuesta.
Uno de los grandes aciertos de 1978 es su duración. En tiempos donde muchas películas confunden intensidad con exceso, aquí el metraje es ajustado y funcional. No se alarga una historia que no lo necesita, y eso juega a favor de una experiencia que se mantiene tensa y asfixiante hasta el final. No todo funciona, no todo es redondo, pero el conjunto resulta eficaz y, sobre todo, entretenido si se aborda sin grandes pretensiones.
Varias escenas se filmaron con temperaturas extremas y jornadas nocturnas muy largas, algo que, según ha comentado el equipo, ayudó a generar un clima real de agotamiento y nerviosismo entre los actores. Esa incomodidad traspasa la pantalla y se convierte en un elemento más del relato, aportando una crudeza casi tangible a determinadas secuencias.
En definitiva, 1978 es una película que no busca gustar a todos. Es incómoda, irregular por momentos y deliberadamente provocadora. Pero también es una propuesta honesta, tensa y angustiosa, que se disfruta más cuando se acepta su juego y se deja uno llevar. Si se ve sin expectativas desmedidas, el viaje —aunque abrupto— merece la pena. Una obra que, como buen cine de género, divide, sacude y deja poso, aunque no siempre acierte en el golpe final.
NOTA 6,5/10
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