Dirección: Hayao Miyazaki
Guion: Hayao Miyazaki
Reparto: Yuria Nara, Hiroki Doi, Tomoko Yamaguchi, Kazushige Nagashima, George Tokoro, Yūki Amami
Producción: Toshio Suzuki
Música: Joe Hisaishi
Estudio: Studio Ghibli
Fotografía: Animación Atsushi Okui
Montaje: Takeshi Seyama
Animación: Katsuya Kondō
Dirección artística: Noboru Yoshida
Distribuidora: Vértigo Films
Año: 2008
Título Original:Gake no Ue no Ponyo
Estreno En España: Reestreno el 01/08/25
Género: Animación, Fantástico
Duración: 101 Minutos
ARGUMENTO
La historia se centra en Sosuke, un chico de 5 años, y su relación con una princesa pez que ansía convertirse en un ser humano. Libre adaptación de "La sirenita" que obtuvo muy buena acogida de la crítica en el Festival de Venecia 2008.
CRÍTICA
En el universo Ghibli cada película es una declaración de amor al cine, a la infancia, a la naturaleza y a la imaginación. Y Ponyo en el Acantilado no es una excepción, sino una de las más bellas expresiones de ese ideario artístico. Con la ligereza de un trazo de acuarela y la hondura de una fábula universal, Hayao Miyazaki nos regala en esta cinta de 2008 una experiencia tan sencilla como profundamente conmovedora.
Inspirada libremente en La sirenita de Hans Christian Andersen, Ponyo reimagina la historia desde un prisma radicalmente distinto: aquí no hay dramatismo trágico, ni princesas sacrificadas. En su lugar, tenemos una explosión de vitalismo, libertad y ternura. La historia entre la pequeña criatura marina
Ponyo y el niño humano Sōsuke es un canto a la inocencia y al vínculo puro, sin fisuras, que solo puede surgir en los primeros años de vida. Y como es habitual en el cine de Miyazaki, los niños no solo son protagonistas, sino el motor moral del relato
Lo que más deslumbra de Ponyo en el Acantilado no es solo su cuidada animación artesanal, sino la naturalidad con la que fluye cada escena, como si el viento, el agua y la luz fueran personajes más. La película se mueve entre la fantasía y la cotidianidad con una suavidad prodigiosa, y en su aparente sencillez late una profunda meditación sobre el equilibrio ecológico, el miedo al cambio climático y la importancia de convivir en armonía con nuestro entorno.
Visualmente, estamos ante uno de los trabajos más hermosos de Ghibli. Lejos de los paisajes detallistas y complejos de otras obras del estudio, Miyazaki opta aquí por un trazo más infantil, casi como si un niño hubiera pintado la historia. Pero no se trata de una renuncia, sino de una elección estética cargada de sentido: todo en Ponyo respira el espíritu del asombro, la libertad creativa y el juego.
La banda sonora de Joe Hisaishi, una vez más, resulta imprescindible. Su partitura acompaña la historia con una mezcla de lirismo y aventura, y refuerza la idea de que estamos viviendo un cuento atemporal, destinado a permanecer en la memoria emocional del espectador mucho después del visionado
Ponyo en el Acantilado no es una película menor dentro de la filmografía de Miyazaki, aunque su tono ligero y su estructura narrativa más libre puedan engañar. Es, en realidad, una obra profundamente filosófica envuelta en los ropajes de una película infantil. Una oda luminosa a la amistad, la naturaleza y la capacidad transformadora del amor. Miyazaki, una vez más, nos demuestra que la animación no necesita aspavientos ni artificios para tocar el alma: basta con un pez que quiere ser niña y un niño que le da la mano sin hacer preguntas.
NOTA 7,5/10
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