Dirección: Pascal Bonitzer
Guion: Pascal Bonitzer, Iliana Lolic Reparto: Alex Lutz, Léa Drucker, Nora Hamzawi, Louise Chevillotte, Arcadi Radeff, Laurence Côte, Olivier Rabourdin, Alain Chamfort, Matthieu Lucci, Vincent Nemeth
Fotografía: Pierre Milon
Montaje: Monica Coleman
Música: Alexeï Aigui
Productor: Saïd Ben Saïd
Productora: SBS Productions
Distribuidora: Vercine
Año: 2024
Título Original: Le Tableau Volé
Estreno En España: 24/07/25
Género: Drama, Comedia
Duración: 91 Minutos
ARGUMENTO
André Masson, subastador de la famosa casa de subastas Scottie's, recibe un día una carta según la cual se había descubierto en Mulhouse, en casa de un joven trabajador, un cuadro de Egon Schiele. Muy escéptico, acude allí y tiene que afrontar los hechos: la obra es auténtica, una obra maestra desaparecida desde 1939, saqueada por los nazis. André ve este descubrimiento como el pináculo de su carrera, pero también es el comienzo de una pelea que podría ponerla en peligro. Afortunadamente, contará con la ayuda de su ex esposa y colega Bertina, y de su caprichosa becaria Aurore
CRÍTICA
Con El cuadro robado, Pascal Bonitzer construye una de esas películas pequeñas en apariencia pero cargadas de preguntas que van más allá de su superficie. Una intriga cultural, sí, pero también una reflexión sobre el poder del arte, la desigualdad social y el control institucional sobre la historia. Todo con ese tono ligero, irónico y a ratos enigmático que tanto define el cine del veterano realizador francés.
La historia arranca cuando André Masson, subastador de arte—interpretado con mesura por un sobrio Alex Lutz—, es puesto rn contactor con una familia humilde que acaba de perder a su padre, antiguo policía, para autentificar un cuadro que podría ser obra del mismísimo Egon Schiele. El lienzo trae una historia detras totalmente desconocida por la familia que tienen colgado el cuadro discretamente en el salón . A partir de ahí, Bonitzer despliega una madeja de intereses cruzados: la codicia institucional, las lagunas legales sobre la propiedad del arte, y la clásica pregunta de quién decide lo que vale y lo que no.
El mayor acierto de El cuadro robado es su premisa. El contraste entre el mundo cerrado, elitista y reglado de las subastas y la sencillez de una familia obrera pone en evidencia no solo las barreras del sistema cultural, sino también las grietas humanas que lo sostienen. Sin embargo, y como ya le ha ocurrido a Bonitzer en otras ocasiones, el desarrollo no siempre está a la altura de lo que promete.
Algunas escenas resultan inverosímiles, ciertos personajes no están bien definidos, y hay momentos en los que el guion parece perder el rumbo o avanzar por inercia.
Y sin embargo, la película nunca cae en el tedio. El director maneja bien el tono, mezcla el suspense con una fina ironía y permite que los actores respiren. Lutz aporta una contención que da credibilidad a su personaje, y Nora Hamzawi se roba cada escena en la que aparece con su energía y desparpajo. Léa Drucker también suma desde un rol más sobrio, mientras que el joven reparto secundario cumple con solvencia.
Visualmente, El cuadro robado mantiene una elegancia constante. La fotografía de Pierre Milon es luminosa, sobria, muy francesa. La música de Alexeï Aïgui, casi invisible, se adapta sin imponerse. Todo está medido, calculado, aunque a veces se eche de menos algo más de riesgo o emoción.
Bonitzer propone aquí un cine que mira al arte, pero también a la ética. ¿A quién pertenece un cuadro cuando su historia ha sido sepultada por años de olvido? ¿Puede una institución apropiarse de algo solo porque lo considera valioso? La película da respuestas, pero tambien deja abiertas preguntas que resuenan más allá de los créditos finales.
Interesante y sutil en su planteamiento, aunque irregular en su desarrollo.
El Cuadro Robado es una propuesta entretenida, elegante y con fondo, que funciona mejor como reflexión que como intriga. Cine francés con aroma clásico, ideal para quienes disfrutan más del diálogo que de la acción.
NOTA 6/10
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