Director: Marcelo Gomes
Guionistas: Maria Camargo
Reparto: Wafa’a Celine Halawi, Charbel Kamel, Zakaria Kaakour, Eros Galbiati, Rosa Peixoto.
Fotografía: Pierre de Kerchove
Música: Mateus Alves, Piero Bianchi, Sami Bordokan
Montaje: Karen Harley
Arte: Marcos Pedroso
Distribuidora: #Conunpack
Año; 2024.
Título Original: Retrato de um Certo Oriente
Estreno En España: 12/09/25
Género: Drama, Autor.
Duración :92 Minutos
ARGUMENTO
Dos hermanos católicos, Emilie y Emir, huyen de la guerra del Líbano hacia Brasil. Durante el viaje, Emilie se enamora de un comerciante musulmán, Omar. Emir, consumido por celos incontrolables, utiliza sus diferencias religiosas para separarlos
CRÍTICA
Marcelo Gomes nos propone en Retrato de un cierto Oriente una historia que, más allá de la anécdota personal, es todo un viaje al corazón de las contradicciones humanas. El filme, rodado en un blanco y negro de una belleza plástica incuestionable, apuesta por la sobriedad y el tempo pausado. Y es precisamente esa cadencia, ese ritmo que parece detener el tiempo, lo que provoca en el espectador un efecto hipnótico, a veces cercano al letargo, pero nunca ajeno al magnetismo de sus imágenes.
La trama, basada en la novela homónima de Milton Hatoum, nos lleva a la Amazonia de los años cuarenta, donde dos hermanos católicos, Emilie y Emir, huyen de la guerra en el Líbano y llegan a Brasil. Allí, Emilie se enamora de Omar, un comerciante musulmán. Pero los celos de Emir y, sobre todo, la intolerancia religiosa y los prejuicios culturales terminan por desencadenar una tragedia que va más allá de lo familiar: se convierte en una metáfora universal de lo difícil que resulta conciliar amor, fe y tradición cuando todo lo que rodea a los personajes empuja en la dirección contraria.
Gomes, fiel a su estilo, no busca el efectismo. Prefiere los silencios, los encuadres estáticos y una cámara que parece mirar con respeto, sin invadir, como si se tratase de un testigo incómodo que asiste a un drama íntimo. La fotografía en blanco y negro no es solo un recurso estético: es el elemento que subraya el choque entre culturas, como si todo quedara reducido a contrastes irreconciliables
Hay una anécdota que merece ser contada: parte del rodaje en Manaos se vio alterado porque un barrio histórico, donde debían filmarse varias secuencias, sufrió un apagón eléctrico que obligó al equipo a trabajar únicamente con velas durante toda una noche. Gomes decidió aprovecharlo y rodó así varias escenas domésticas, que finalmente se quedaron en el montaje final y aportan una autenticidad inesperada, reforzando esa atmósfera intimista que recorre la película.
Retrato de un cierto Oriente no es un filme para todos los públicos ni para todos los estados de ánimo. Exige paciencia, pide ser contemplado con calma, del mismo modo que el propio director construye sus imágenes: sin prisas y con un respeto absoluto hacia sus personajes. Pero quien acepte esa invitación encontrará un relato bello en su ejecución, cargado de simbolismo y que nos habla de intolerancia, de la necesidad de poner orden en nuestras ideas y de cómo los prejuicios culturales siguen marcando nuestras vidas
Marcelo Gomes firma una obra sobria, elegante y profundamente reflexiva. Puede que no entusiasme a los que buscan un relato ágil o convencional, pero en su quietud late un retrato sincero de un tiempo, de un lugar y, sobre todo, de unas heridas humanas que trascienden fronteras..
NOTA 5/10
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