Dirección: Maurice Pialat
Guion: Arlette Langmann, Maurice Pialat
Reparto: Sandrine Bonnaire, Maurice Pialat, Dominique Besnehard, Cyril Collard, Evelyne Ker, Christophe Odent,
Producción: Daniel Toscan du Plantier, Jacques Fiachi
Fotografía: Jacques Loiseleux
Montaje: Yann Dedet
Música: Frédéric Chopin, Henry Purcell
Distribuidora Atalante
Año 1983
Título Original: A Nos Amours
Estreno En España: 04/07/25
Género: Drama, Autor
Duración: 95 Minutos
ARGUMENTO
A los quince años, Suzanne está a punto de descubrir que el sexo es más fácil que el amor. Incapaz de entregarse emocionalmente a su pretendiente, la joven no duda en acostarse con un americano al que conoce en una cálida noche estival. Enmascarando sus emociones, la chica encadena encuentros y experiencias, cambiando a menudo de pareja, sin amar a ninguna. Huyendo de la difícil convivencia con una madre neurótica, un padre ausente y un hermano autoritario y violento, Suzanne exprime libremente sus deseos y contradicciones, eludiendo el amor…
CRÍTICA
A Nuestros Amores la película más aclamada de Maurice Pialat, ganadora del César a Mejor Película, llega a los cines españoles en una nueva restauración 2K
Hay películas que, pese a haber marcado una época, no resisten del todo bien el paso del tiempo. A nuestros amores, la obra de Maurice Pialat que en su momento fue aclamada por la crítica y reconocida con el César a la Mejor Película, es uno de esos títulos que, revisado hoy, genera cierta frialdad y distancia. Una cinta que pretendía capturar el despertar emocional y sexual de una adolescente atrapada entre tensiones familiares, pero que vista hoy se percibe más como una sucesión de escenas inconexas que como un retrato genuinamente emotivo o desgarrador.
El filme nos presenta a Suzanne, una joven de apenas 15 años, que inicia una serie de relaciones sexuales sin mayor afecto ni rumbo. La cámara de Pialat la sigue de cerca, de forma cruda y casi documental, en una especie de diario íntimo que sin embargo no logra que el espectador conecte del todo con sus emociones. Más que una rebelión juvenil, lo que se percibe es un vacío narrativo donde los personajes, especialmente el del padre ausente (interpretado por el propio Pialat) y el hermano posesivo, funcionan como símbolos más que como personas reales.
La gran baza del filme sigue siendo la impresionante interpretación de Sandrine Bonnaire, que debutaba en el cine con una naturalidad desarmante. Ella sí respira verdad en cada plano. Pero ni siquiera su entrega logra salvar un conjunto que se siente repetitivo y carente de dirección clara. Pialat opta por un estilo desprovisto de artificio, pero también —por momentos— de emoción..Entiendo el valor histórico del film, su capacidad de romper moldes en el retrato femenino y su influencia en generaciones posteriores de cineastas. Sin embargo, A nuestros amores carece hoy de la garra que un drama adolescente requiere para seguir latiendo. Su retrato de la juventud es sombrío pero no conmovedor, su crítica a la figura masculina es potente pero mal articulada, y su supuesta crudeza emocional apenas raspa la superficie.
Maurice Pialat quiso hacer una película seca, directa, sin concesiones. Lo logró. Pero lo hizo a costa de la implicación del espectador. Y sin esa conexión, su propuesta pierde buena parte de su poder.
Una obra que fue clave para entender el cine francés de los ochenta, pero que en una revisión actualizada se antoja más como pieza de museo que como experiencia emocional plena. Como decía Godard: “No basta con filmar la verdad, hay que filmarla con amor”. A A nuestros amores le falta justo eso: amor.
NOTA 5,5/10
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