Dirección: Jenifer de la Rosa Martín
Guion: Jenifer De La Rosa Martin
Reparto: Documental
Fotografía: Andrés Campos Sánchez
Montaje: Juan Barrero, Carlos Cañas
Diseño sonoro: Mario Martínez
Producción: Mayéutica Producciones, Solita Films, Cebolla Films
Distribuidora: Surtsey Films
Año: 2024
Título Original: Hija Del Volcan
Género: Autor, Documental. Duración: 109 Minutos
ARGUMENTO
La erupción del volcán Nevado del Ruiz, el 13 de noviembre de 1985, dio lugar a una de las mayores tragedias en la historia de Colombia, causando la muerte de más de 23.000 personas y la destrucción casi absoluta del pueblo de Armero. Jenifer de la Rosa fue uno de los tantos niños que sobrevivieron y se dieron en adopción fuera del país, llegando a Valladolid con tan solo un año y medio de edad. A los treinta, motivada por la posibilidad de que su madre biológica siga viva, decide indagar en sus raíces. Esta investigación la lleva a su país natal en un viaje de catarsis que plasma en imágenes a través del cine. Hija del volcán es una obra que, al mismo tiempo, habla de una experiencia universal: la de la diáspora de adoptados en todo el mundo. Personas que, movidas por la esperanza y la búsqueda de respuestas, nunca dejan de perseguir los fantasmas, literales y simbólicos, de su pasado.
CRÍTICA
Hay documentales que nacen como preguntas y terminan siendo cicatrices. Hija del volcán no se conforma con buscar respuestas: las provoca, las desafía, y cuando no las encuentra, las abraza. En su primera película, Jenifer de la Rosa Martín se enfrenta a uno de los enigmas más profundos que puede vivir un ser humano: el de la propia identidad.
El punto de partida es tan concreto como estremecedor: Jenifer fue adoptada en España tras la erupción del Nevado del Ruiz en Colombia en 1985, tragedia que sepultó a más de 20.000 personas. Entre ellas, cientos de niños que, como ella, fueron dados en adopción, muchas veces sin el consentimiento o conocimiento de sus familias biológicas. Treinta años después, la cineasta regresa a ese origen quebrado con una cámara, muchas preguntas y una necesidad visceral de reconstruirse..
La película no disfraza sus grietas. Las muestra, las cuida, y a partir de ellas edifica una narración que no se entrega ni a la complacencia melodramática ni al frío reportaje. El tono es sobrio, pero nunca distante. Hay algo profundamente honesto en la manera en la que Jenifer habla, duda, se emociona, se detiene
La fotografía de Andrés Campos es contenida, sin excesos estéticos, pero hábil para capturar un país que es a la vez recuerdo e incógnita. Los planos fijos permiten respirar, mirar, asentarse en un territorio que ya no es ajeno pero aún no es del todo propio. El montaje de Barrero y Cañas entiende que el viaje no es lineal y se permite el tiempo que la verdad necesita
Más allá de lo estrictamente personal, Hija del volcán se convierte en una denuncia serena pero firme de las negligencias institucionales, de las adopciones opacas, del dolor de madres que siguen buscando hijos, y de hijos que viven sin saber de dónde vienen. Pero Jenifer no señala: escucha. Y es en esa escucha donde el documental se engrandece.
Hija del volcán es un documental interesante por su valor humano, su valentía narrativa y su capacidad para hablar desde la emoción sin renunciar a la verdad. Una ópera prima luminosa en su dolor, poderosa en su humildad.
NOTA 6/19
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