EL JOCKEY

Dirección: Luis Ortega

Guion: Luis Ortega, Fabián Casas, Rodolfo Palacios

Nahuel Pérez Biscayart , Úrsula Corberó, Daniel Giménez Cacho , Mariana Di Girolamo, Daniel Fanego, Osmar Núñez, Roberto Carnaghi, Luis Ziembrowski, Jorge Prado, Adriana Aguirre, Roly Serrano

Producción: Rei Cine, El Despacho Produkties, Infinity Hill, Exile Content Studio, Warner Music Entertainment

Fotografía: Timo Salminen

Música: Sune Wagner

Montaje: Ana Remón

Dirección de arte: Laura Caligiuri

Vestuario: Julieta Rada

Sonido: Fernando Soldevila

Distribuidora: Caramel Films 

Año: 2024

Título Original; El Jockey 

Estreno En España: 30/05/25

Género: Drama,  Thriller. 

Duración : 97 Minutos 

ARGUMENTO 

Remo Manfredini es un jockey legendario, pero su comportamiento autodestructivo comienza a eclipsar su talento y amenaza su relación con su novia Abril.

El día de la carrera más importante de su carrera, que lo liberará de sus deudas con su jefe mafioso Sirena, sufre un grave accidente, desaparece del hospital y deambula por las calles de Buenos Aires. Libre de su identidad, comienza a descubrir quién está destinado a ser en realidad. Pero Sirena quiere encontrarlo, vivo o muerto

CRÍTICA. 

Luis Ortega regresa con El Jockey, una película tan críptica como desafiante, que se despliega en un territorio donde el absurdo y la incomprensión se abrazan con desparpajo. Conocido por habitar los márgenes del relato tradicional, Ortega aquí se lanza sin red en una propuesta que, más que narrar, insinúa, más que emocionar, desconcierta. 

Hay películas que uno no sabe muy bien por dónde coger. Desde su arranque, El Jockey te sitúa en una especie de estado de vigilia: algo a medio camino entre el sueño febril y el cine de autor que no tiene prisa por explicar nada. Luis Ortega, fiel a su espíritu provocador, nos entrega una obra que más que contar una historia, la sugiere, la arrastra, la rompe y, en el camino, también la disuelve

Remo Manfredini (interpretado con energía errática por Nahuel Pérez Biscayart) es un exjockey a la deriva, atrapado entre su pasado glorioso, sus deudas con un mafioso y una existencia marcada por la fuga constante: de sí mismo, de los otros, del mundo. Hasta ahí, uno pensaría que la película se encamina a construir un drama potente, quizás seco, sobre redención. Pero no. Ortega se encarga de romper cualquier expectativa con una puesta en escena deliberadamente incoherente, caprichosa por momentos, hipnótica por otros, pero siempre al borde de la exasperación..

Y aquí es donde El Jockey se convierte en una experiencia incómoda. Uno quiere entrar, pero la película no te lo permite. El guion se va deshilachando en escenas que parecen jugar a la estética del sinsentido: diálogos vacíos, símbolos que no terminan de cerrarse, personajes que aparecen y desaparecen como si fuesen fantasmas de un relato que nunca termina de arrancar.

La propuesta visual es indiscutible. Timo Salminen logra imágenes bellísimas dentro del caos, con una fotografía granulada, sucia, muy deudora del cine de los márgenes. La música de Sune Wagner intenta coser lo que el guion rasga, y lo hace con cierta dignidad. Pero ni la imagen ni la música salvan una sensación que se va imponiendo con cada minuto que pasa: la película interesa cada vez menos.

A Ortega le interesa más el gesto que la estructura, más el desorden vital que la narrativa. Y eso puede ser válido si se logra construir una atmósfera, una emoción que lo sostenga. Pero aquí no ocurre. Uno se siente como en un circo sin números, como viendo ensayos inconexos de una obra que nunca se estrena. El absurdo y lo incomprensible se dan la mano, sí, pero sin rumbo.

¿Tiene ideas? Sí. ¿Tiene estilo? Desde luego. ¿Tiene cine? No tanto. Porque el cine, al menos el que conecta, necesita que lo que está en pantalla importe. Y El Jockey, con su desfile de imágenes extravagantes, termina alejándonos justo cuando más debería acercarse. 

El Jockey se acerca al vértigo sin sentido que acaba por desconcierta con el espectador al poco rato de empezar la película 

NOTA 4,5/10