Dirección: Julia Kowalski.
Guion: Julia Kowalski
Reparto: Maria Wróbel.Roxane Mesquida.Wojciech Skibiński.
Kuba Dyniewicz,Przemysław Przestrzelski.,Raphaël Thiéry.
Jean-Baptiste Durand.,Eva Lallier Juan.
Gotografía: Simon Beaufils.
Montaje: Isabelle Manquillet.
Música: Daniel Kowalski.
Productores: Estelle Robin-You; Flavien Giorda; Yann Gonzalez
Distribuidora: Sin Distribuidora en España
Título Original Que ma volonté soit faite.
Estreno En España: 11/10/25 en el Festival de Sitges
Género: Drama, Thriller
Duración: 96 Minutos.
ARGUMENTO
Nawojka, de 20 años, sueña con escapar de la dura vida trabajando en la granja familiar. Bajo la influencia de Sandra, una mujer de espíritu libre, Nawojka experimenta episodios de trance y extraños poderes, igual que su difunta madre antes que ella. A medida que esos fenómenos se intensifican, la joven verá cómo sus deseos, la tradición y la hostilidad del pueblo confluyen en una espiral que la llevará a enfrentarse a un poder ancestral y a las violentas reacciones de su entorno.
CRÍTICA
Julia Kowalski regresa tras Crache cœur con un filme tan anodino como fallido. Her Will Be Done pretende ser una mirada realista y femenina sobre una comunidad de ganaderos de etnia gitana de origen polaco, pero lo que podría haber sido un retrato poderoso de lucha y emancipación se queda en un tedioso ejercicio de estilo sin alma. La directora plantea su historia a través de Nawojka, una joven que intenta sobrevivir en un entorno rural machista, sometida a las tradiciones y al peso de una cultura que no le permite soñar más allá de los límites del campo.
La película prometía un conflicto potente —una muchacha que descubre extraños poderes heredados de su madre fallecida mientras busca escapar de la opresión familiar—, pero el guion nunca logra conectar emocionalmente con el espectador. Todo transcurre con una frialdad que ahoga cualquier intento de empatía. La película se mueve entre el drama rural y un supuesto tono de “folk horror” que nunca llega a estallar. Ni las escenas de trance ni los silencios prolongados consiguen transmitir la intensidad o la inquietud que Kowalski parece perseguir.
Visualmente, Her Will Be Done busca la textura del realismo europeo, con una fotografía grisácea y una puesta en escena austera. Sin embargo, esa sobriedad se convierte pronto en monotonía. Los planos fijos, la falta de ritmo y una dirección de actores que oscila entre lo inexpresivo y lo distante acaban sumiendo la proyección en un sopor del que resulta difícil escapar. En su paso por el Festival de Sitges, muchos espectadores abandonaron la sala antes de tiempo o, directamente, se rindieron al aburrimiento; los bostezos se convirtieron en banda sonora involuntaria del pase.
Ni siquiera la presencia de Roxane Mesquida, que aporta su habitual magnetismo, logra levantar el vuelo de una narración que se arrastra sin rumbo. Maria Wróbel, debutante en el papel principal, cumple con honestidad, pero se ve atrapada en una historia que no le ofrece herramientas para brillar.
Como curiosidad, gran parte del rodaje se llevó a cabo en pequeñas aldeas rurales del sur de Polonia, donde el equipo convivió con verdaderas familias de ganaderos, intentando capturar la autenticidad del entorno. Sin embargo, esa búsqueda de realismo acaba siendo paradójicamente la causa del desinterés general: el exceso de contención y la falta de emoción hacen que el filme parezca más un ejercicio etnográfico que una película viva.
Her Will Be Done es, en definitiva, una obra plana, sin garra, sin alma y sin ritmo. Una historia que prometía hablar de liberación femenina y poder interior, pero que termina convertida en un largo y aburrido viacrucis donde no hay ni pasión, ni tensión, ni vida. En Sitges se esperaba un huracán místico; lo que llegó fue una suave brisa que apenas movió las cortinas del auditorio.
NOTA 3/10
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