Director: Iair Said
Guion: Iair Said
Reparte; Iair Said, Rita Cortese, Antonia Zegers , Juliana Gattas
Productor: Nicolás Avruj, Cecilia Raineiro
Fotografía: Giovanni Cimarosti
Montaje: Florencia Efró, Iair Said
Música: Franz Ascari
Sonido: Ismael Calvo Delgado
Producción: Campo Cine (Argentina), Patagonik Film Group, Dispàrte (Italia), Nephilim Producciones (España/Suiza)
Distribuidora: Sherlock Film, A Contracorriente
Año; 2024
Título Original: Los Domingos Mueren Más Personas
Estreno En España: 18/07/25
Género: Drama, Comedia
Duración: 77 Minutos
ARGUMENTO
David, un joven judío de clase media, corpulento y con miedo a volar, vuelve de Europa a Buenos Aires por el fallecimiento de su tío. En este regreso, David se entera de que su madre ha decidido desconectar el respirador de su padre, lo único que lo mantiene vivo desde hace años. David vuelve a la casa de su infancia, donde oscila entre la convivencia íntima con su madre y una voracidad por llenar su angustia existencial. Mientras sus días en Buenos Aires avanzan, David intentará evitar de cualquier manera volver a ver a su padre internado, aunque el destino hará lo imposible para que ese encuentro se concrete.
CRÍTICA
Iair Said narra en este film basado en experiencias personales las reflexiones sobre la muerte de su padre. Desde una óptica autoral y sin dejar de lado el humor que lo caracteriza, el director parte de la pregunta: ¿Cuál es el precio que tenemos que pagar los que nos quedamos vivos?
Hay películas que parten de una premisa dolorosa pero interesante, que plantean el retorno a los orígenes como un viaje emocional cargado de heridas del pasado, reencuentros incómodos y decisiones que duelen. Los domingos mueren más personas, el nuevo trabajo del argentino Iair Said, propone precisamente eso: un joven que regresa a Buenos Aires para asistir al entierro de su tío, y que se encuentra con una familia rota y con una madre que quiere desconectar el respirador de su padre moribundo. Todo ello podría dar lugar a un potente drama íntimo y reflexivo… pero el resultado final se queda lejos de lo prometido.
Desde sus primeras escenas, la película busca instalarse en un tono austero, casi aséptico, que va desnudando a los personajes con parsimonia. Pero esa contención emocional, que podría leerse como sutileza, acaba convirtiéndose en distancia. El protagonista, siempre ensimismado, nunca logra que empaticemos con él ni con su mirada sobre una familia marcada por el desgaste y la resignación. Su viaje es más pasivo que transformador, y eso, en un relato que exige una implicación emocional, se convierte en una losa difícil de levantar.
Said dirige con pulso firme y un cuidado notable en el encuadre, pero la película nunca termina de respirar. El guion avanza a trompicones, salpicado de diálogos funcionales y momentos que buscan ser significativos pero que rara vez conmueven. Hay escenas que apuntan a cierta crudeza emocional —la tensión con la madre, la inminente decisión médica, las apariciones de viejos conocidos—, pero todas ellas se quedan en el umbral del impacto, sin terminar de atravesarlo.
La sensación es la de una obra que se pierde en su propio hermetismo, que quiere ser dolorosa y reflexiva pero se queda en lo contemplativo y lo frío. Los silencios pesan más que las palabras, pero no construyen una tensión real, sino más bien un vacío. Ni el retrato familiar ni el conflicto personal del protagonista terminan de cuajar.
Los domingos mueren más personas es, en definitiva, un drama que arranca con promesas de hondura emocional pero que pronto se desinfla, víctima de un enfoque excesivamente distante y de un protagonista al que nunca logramos comprender del todo. Es una de esas películas que parecen decirnos mucho, pero que al final no logran transmitir nada.
NOTA 4/10
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