domingo, 9 de noviembre de 2025

THINESTRA

Dirección: Nathan Hertz. 
Guion: Avra Fox-Lerner. 
Reparto: Melissa Macedo; Michelle Macedo; Mary Beth Barone; Brian Huskey; Gavin Stenhouse; Annie Ilonzeh; Shannon Dang; Jared Bankens; Alexander Chard; Jason Perlman
Música: Charlie Laffer,Tom Walley
Fotografía: Joe Wesley
Montaje: Aashish D’Mello, Joshua Raymond Lee,Zekun Mao
Distribuidora: Sales Agent
Año: 2025
Título Original: Thinestra
Estreno En España: 18/10/25 en Festival de Sitges 
Género: Terror,  Thriller. 
Duración : 88 Minutos. 

ARGUMENTO 
Un milagroso medicamento es capaz de ofrecerte el cuerpo que siempre has soñado, pero, ¿convertirá tu vida en una pesadilla andante?

CRÍTICA 
Hay películas que no esconden sus referentes, que se lanzan sin pudor a rendir homenaje a un género con la misma pasión que un fan confeso ante su ídolo. Thinestra, dirigida por Nathan Hertz, es una de ellas. Un filme que bien podría definirse como una versión Serie B de La Sustancia —esa joya provocadora de Coralie Fargeat—, pero que encuentra en su modestia y en su descaro una identidad propia. Aquí no hay presupuestos millonarios ni estrellas de primer nivel, pero sí un entusiasmo contagioso y una vocación clara: revivir el espíritu más gamberro y orgánico del body horror.

La historia parte de una premisa tan sencilla como inquietante: un nuevo medicamento promete el cuerpo perfecto de la noche a la mañana. Sin dietas, sin esfuerzo, sin culpa. Pero como todo milagro farmacéutico en el cine de terror, el precio a pagar es alto y grotesco. Lo que comienza como un sueño de perfección física se transforma en una pesadilla viscosa, donde la carne se rebela y el cuerpo se convierte en el enemigo. Hertz maneja con ironía esta parábola sobre la obsesión moderna por la imagen, la juventud eterna y la validación social, apuntando directamente a esa sociedad que solo mira la superficie y olvida lo esencial del ser humano.

Visualmente, Thinestra bebe del cine de David Cronenberg, sobre todo del periodo ochentero —Videodrome, La mosca, Rabid—, aunque lo hace desde una perspectiva más pop y autoconsciente. No busca el impacto trascendental, sino el divertimento sucio, el juego con los efectos prácticos y la carcajada nerviosa del espectador que disfruta viendo cómo todo se descompone. Es precisamente ahí donde la película brilla: en su capacidad para no tomarse demasiado en serio y, aun así, dejarte pensando cuando aparecen los títulos de crédito

El reparto, encabezado por Melissa y Michelle Macedo, aporta una química deliciosa. Las hermanas —que además participan en la producción— se entregan sin miedo a una propuesta que les exige tanto físicamente como emocionalmente. A su alrededor, rostros conocidos del circuito independiente como Brian Huskey o Mary Beth Barone completan un elenco que se nota divertido, consciente de estar participando en una pequeña locura.

Las prótesis usadas en las escenas más extremas fueron diseñadas por un equipo de jóvenes artistas plásticos de Los Ángeles que trabajaban por primera vez en cine. Hertz decidió apostar por materiales reciclados para dar un aspecto más artesanal y “cutre” a propósito, buscando ese sabor a terror ochentero de videoclub que tan bien encaja con el tono general. El resultado es imperfecto, sí, pero tremendamente entrañable.

La película se pudo disfrutar dentro de la sección Brigadoon del pasado Festival de Sitges, y lo cierto es que la sala se quedó pequeña ante la enorme expectación que despertó su proyección. No era para menos: el público, entregado desde el primer minuto, celebró cada guiño, cada estallido de látex y sangre falsa, confirmando que Thinestra tiene madera de culto inmediato.

Thinestra es una película llena de defectos, pero también de alma, algo que muchas producciones más ambiciosas olvidan por el camino. Es burda, exagerada, a ratos caótica, pero su energía es sincera. Hertz ha firmado una carta de amor a los excesos del género y, sobre todo, una sátira lúcida sobre la tiranía del cuerpo perfecto. Una pequeña joya para amantes del terror sin filtros, que se disfruta más cuanto menos se le exige.
Porque al final, y como bien demuestra Thinestra, la belleza —también en el cine— suele estar en la imperfección.

NOTA 6,5/10



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