The Cubical siempre ha sido una banda de esas que entienden la música como un ejercicio de sudor y visceralidad. Con Cut Me Like A Hog, su regreso de finales de 2024, el grupo demuestra que todavía tiene cuerda para rato, y dentro del disco encontramos una joya que brilla con luz propia: “Run It Off”.
The Cubical siempre ha sido una banda de esas que entienden la música como un ejercicio de sudor y visceralidad. Con Cut Me Like A Hog, su regreso de finales de 2024, el grupo demuestra que todavía tiene cuerda para rato, y dentro del disco encontramos una joya que brilla con luz propia: “Run It Off”.
Lo primero que golpea es la voz de Dan Wilson, un vocalista que no se limita a cantar, sino que rasga, araña y escupe cada palabra como si fuera la última. Su timbre, tan peculiar como reconocible, convierte la canción en un viaje al corazón de un soul sucio, áspero, que recuerda tanto a los tugurios cargados de humo como a esos vinilos de segunda mano que uno encuentra escondidos en cualquier mercadillo.
La base rítmica es endiablada. Bajo y batería se entrelazan en un pulso que no da respiro, mientras las guitarras se sueltan en riffs incendiarios que invitan al baile casi sin darte cuenta. Esa es la magia de “Run It Off”: puedes entrar con la guardia alta, pero a los treinta segundos ya estás moviendo el pie, y antes de que quieras darte cuenta el tema te tiene atrapado en un loop de energía imparable
Estamos ante una canción que explota en la cabeza desde la primera escucha. No hay concesiones, no hay artificios: solo actitud, groove y una producción que sabe cómo mantener esa crudeza sin sacrificar claridad. Es música que se siente más con el cuerpo que con la cabeza, aunque después de escucharla más de una vez uno descubre los matices de los arreglos y la inteligencia detrás de tanta electricidad.
En un panorama musical donde demasiados temas se olvidan al minuto de sonar, “Run It Off” es una auténtica gozada: pegajosa, rabiosa y con la fuerza suficiente para reafirmar que The Cubical son mucho más que un grupo de culto. Es de esas canciones que se bailan, se sudan y se gritan. Una pequeña obra maestra escondida en un disco que confirma a la banda como una de las propuestas más auténticas y sin maquillaje de la escena actual
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