Dirección: Vicente Martín Terán
Guion: Vicente Martín Terán
Reparto: Documental
Producción: El Médano
Fotografía: Íñigo Hualde, Luis Moranta, Daniel Zamarreño
Música: Alberto Pueyo (Tolo)
Producción: El Médano Producciones, S.L.
Distribuidora: Syldavia
Año: 2025
Título Original: Canciller El templo Del Rock
Estreno En España Primer pase público especial: 21 diciembre 2025 en Teatro Magno (Madrid) 30/12 en cines Verdi Madrid y salas de manera limitada.
Género: Documental, Músical
Duración : 91 Minutos
ARGUMENTO
Canciller, El Templo del Rock» cuenta la historia musical de España en los años 80 desde una perspectiva distinta a la de otros relatos generalistas, poniendo el foco en el movimiento heavy metal y rock que congregó a miles de jóvenes. A través de archivos inéditos y testimonios de quienes vivieron la experiencia de la mítica Sala Canciller de Madrid —conocida como ‘el templo del rock’— el documental reconstruye la atmósfera visceral y cultural de un espacio que trascendió lo meramente musical para convertirse en un refugio generacional y social..
CRÍTICA..
Canciller, El Templo del Rock no es solo un documental musical: es, ante todo, un archivo emocional y cultural de una de las salas más míticas no ya de Madrid, sino de toda Europa. Vicente Martín Terán firma una película que funciona como cápsula del tiempo y como acto de justicia histórica hacia un lugar que marcó a fuego a toda una generación ávida de rock, guitarras distorsionadas y libertad nocturna.
La obra no se limita a una crónica lineal de la Sala Canciller —situada en el Barrio de la Concepción—, sino que indaga en el fenómeno sociológico que representó para miles de jóvenes madrileños: un lugar de libertad, hermandad y consolidación de identidades fuera de los circuitos dominantes de la época. Mediante imágenes de archivo y voces de músicos, promotores y asistentes, el documental reivindica el legado de esta sala como pieza clave en la historia contracultural de la capital.
El filme se articula como un relato coral, construido a partir de testimonios directos: los dueños de la sala, empleados, músicos y, sobre todo, clientes habituales que hicieron del Canciller algo más que un local de conciertos. A través de sus voces asistimos al auge de aquel templo del rock duro, al hervidero de ilusiones juveniles y a la sensación de pertenencia que se respiraba en cada noche interminable. El documental no idealiza sin más: junto a la épica también aparecen los malos momentos, las dificultades económicas, las presiones externas y el desgaste personal que sufrieron quienes levantaron y mantuvieron viva la sala.
En lo puramente narrativo, Canciller, El Templo del Rock se mueve con soltura entre la nostalgia y la crónica sociocultural.
Aquí se cuenta la historia del rock de los 80 desde un ángulo menos transitado, alejándose de los relatos hegemónicos para poner el foco en un espacio que fue refugio y punto de encuentro para miles de jóvenes. Y el documental cumple con creces esa promesa, dejando claro que el Canciller no fue solo un escenario, sino un símbolo.
Uno de los grandes aciertos del filme es su abundancia de anécdotas y vivencias, pequeñas historias que, sumadas, construyen un retrato honesto y profundamente humano. Hay amistad, ilusión y, por encima de todo, un amor incondicional por el rock que traspasa la pantalla. Se percibe que quienes hablan no están recordando un negocio, sino una forma de vivir.
Si hay que ponerle un “pero”, es una ausencia que se deja notar: la escasez de música en directo. El espectador echa de menos escuchar más fragmentos de aquellos conciertos legendarios, aunque resulta fácil imaginar que esta limitación responde a los siempre complejos derechos de autor. Aun así, el documental suple esa carencia con relatos tan vívidos que casi permiten escuchar la música entre líneas.
En definitiva, Canciller, El Templo del Rock es un documental necesario y honesto, una declaración de amor a una sala y a una época irrepetible. No busca mitificar sin matices, sino preservar una memoria colectiva que merecía ser contada por quienes la vivieron en primera persona. Puede que no deje huella por su puesta en escena, pero sí por lo que cuenta y por cómo lo cuenta: desde dentro, con verdad y con rock en las venas.
NOTA 7/10
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