jueves, 24 de julio de 2025

LEER LOLITA EN TEHERAN

Dirección: Eran Riklis  
Guion: Marjorie David, basado en la novela de Azar Nafisi  
Reparto: Golshifteh Farahani, Zar Amir‑Ebrahimi, Mina Kavani,Bahar Beihaghi, Reza Diako, Arash Marandi, Isabella Nefar, Lara Wolf, Sina Parvaneh, Catayoune Ahmadi, Ash Goldeh
Música: Jonathan Riklis  
Fotografía: Hélène Louvart  
Montaje: Arik Lahav‑Leibovich
Productores: Michael Sharfshtein, Marica Stocchi, Moshe Edery, Santo Versace, Gianluca Curti y Eran Riklis
Distribuidora: Adso Films
Año: 2024 
Título Original: Reading Lolita In Tehran 
Estreno En España: 24/07/25
Género: Drama,  Autor 
Duración: 108 Minutos 

ARGUMENTO 
Cada jueves por la mañana a lo largo de dos años, Azar Nafisi, una valiente y brillante profesora iraní, reúne clandestinamente en el salón de su casa a siete de sus alumnas más aventajadas a fin de leer libros prohibidos: obras de Jane Austen, Henry James, Scott Fitzgerald y, por supuesto, de Vladimir Nabokov, el autor de Lolita. Mientras las jóvenes poco a poco se expresan a través de los libros, se dan cuenta cómo sus propias vidas se van transformando y mezclando con la trama de las obras a las que se entregan

CRÍTICA 
Hay películas que más allá de su forma o estructura nos interpelan por lo que dicen, por lo que denuncian, por lo que representan. Leer Lolita en Teherán es una de ellas. El cineasta israelí Eran Riklis adapta el exitoso libro de memorias de Azar Nafisi para acercarnos a un relato tan íntimo como político, tan silencioso como incómodo: la resistencia cultural en un país donde pensar libremente es ya un acto subversivo

La película está basada en la novela homónima de 2003 de la autora iraní Azar Nafisi, una historia autobiográfica sobre una profesora que reúne en secreto a siete de sus alumnas para leer clásicos occidentales prohibidos en el Irán revolucionario.

La historia nos sitúa en la Teherán postrevolucionaria de finales de los 70 y principios de los 80. Nafisi, interpretada con elegancia contenida por Golshifteh Farahani, regresa a su Irán natal con la esperanza ingenua de que el cambio político traiga nuevas libertades. Pronto descubre que la revolución islámica no ha traído otra cosa que más censura, más represión, sobre todo contra las mujeres. En ese contexto, decide formar un club de lectura clandestino en su casa, donde un grupo de jóvenes mujeres se reunirá semanalmente para leer a Nabokov, Austen, Fitzgerald o Henry James, autores proscritos, textos considerados pecaminosos. La literatura se convierte así en refugio, trinchera y acto de insumisión.

"La película nos lleva a través de todo tipo de emociones en un microcosmos marcado por la ansiedad y el miedo, pero sobre todo por la esperanza y el amor, poniendo de relieve la búsqueda de certezas en un mundo incierto. Las mujeres de nuestra historia luchan contra la soledad mientras se enfrentan a prioridades, decisiones y consecuencias que son decisivas en todos los sentidos. Esta es una historia sobre la intimidad, la amistad y los lazos afectivos, que refleja las cuestiones políticas del mundo y cuestiones de lealtad y traición.” - comenta el director

Riklis firma una película contenida, académica en su forma, pero con una clara vocación de denuncia. La narración avanza con una cadencia pausada, recreándose en los silencios, en los detalles cotidianos de la opresión —el velo obligatorio, las inspecciones en las aulas, la autocensura de los alumnos, la ausencia de libertades— y en la complicidad íntima que se va forjando entre esas mujeres lectoras. Sin embargo, y aquí está su mayor pero, a Leer Lolita en Teherán le falta nervio. En su deseo por ser elegante, a veces es demasiado suave, demasiado correcta, como si evitara mojarse del todo.

La dirección de Riklis es sobria, contenida, y aunque el guion respeta la esencia del texto original, uno echa en falta una mayor fisicidad del conflicto, un retrato más áspero del régimen. Las escenas de las clases clandestinas son sin duda lo más poderoso del filme, sobre todo cuando las conversaciones literarias devienen en confesiones personales o en pequeñas revelaciones sobre el papel de la mujer, el deseo, la identidad. Pero el film se queda a medio camino cuando quiere profundizar en las consecuencias más duras del sistema teocrático.

A destacar el trabajo del reparto, con una Farahani serena y magnética que encarna con solvencia la mezcla de idealismo y decepción de la protagonista. Las actrices que dan vida a las alumnas —cada una con su historia, su dolor, su esperanza— aportan frescura y autenticidad. La fotografía de Louvart acierta al retratar una Teherán opresiva y gris, encerrada en interiores cargados de símbolos. La música de Jonathan Riklis es delicada, emocional pero sin empalagar

Leer Lolita en Teherán es una película necesaria. No es redonda, ni tiene la fuerza abrasiva de otros relatos sobre el Irán posrevolucionario, pero su sola existencia ya es un acto de valentía. Es cine que cree en el poder de los libros, en la resistencia de las mujeres, en la fuerza transformadora de la palabra. Quizá no sacude tanto como podría, pero deja poso. Y en estos tiempos, eso no es poco.

NOTA 6 5/10





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