Paginas

domingo, 23 de noviembre de 2025

55 (HARAMI)

Dirección: Shyam P. Madiraju
Guion; Shyam P. Madiraju,Shahin Khosravan,Prashant Pandey 
Reparto: Emraan Hashmi,Rizwan Shaikh,Dhanshree Patil,Harsh Rajendra Rane,Ashutosh Gaikwad 
Sarthak Dusane,Machindra Gadkar 
Manish Mishra,Diksha NishaYash Rajesh Kamble, Durgesh Gupta, Aditya Bhagat
Montaje:Antonio Sánchez
Música: Antonio Sánchez
Fotografía: Matt Batchelor,Lasse Ulvedal Tolbøll
Distribuidora: Movistar Plus 
Año: 2025.
Título Original; Harami
Estreno En España; 17/11/25 en plataformas Movistar Plus 
Género: Drama, Thriller.
Duración; 98 Minutos. 

ARGUMENTO 
La película narra la vida de un adolescente huérfano que trabaja como carterista en los trenes de Bombay (Mumbai), formando parte de una pandilla bajo la autoridad de un líder despiadado. Se le conoce simplemente como “55”, porque lleva tatuado ese número en el brazo, una marca permanente que le recuerda su deuda con el jefe de la banda. Tras cometer un robo especialmente grave, su vida se trastoca cuando se cruza con la hija de una de sus víctimas, una joven a la que su padre le había robado todo. Este encuentro le desencadena un proceso de redención interior: 55 debe decidir si quiere seguir siendo solo un número o convertirse en algo más, en un mundo tan duro como el de una ciudad de veinte millones de habitantes. 

CRÍTICA 
Dentro de la vastísima filmografía india, donde conviven el musical tradicional, el melodrama social y el cine comercial de gran aparato, 55 (Harami) aparece como un filme curioso y casi excéntrico, una pieza que se mueve con soltura entre el thriller urbano y el drama de iniciación. Quizá ahí resida parte de su encanto: en ese intento por tomar un relato de callejón y convertirlo en un viaje íntimo hacia la redención

La película nos presenta a 55, un joven huérfano que sobrevive como carterista en los trenes de Mumbai bajo las órdenes de un jefe de banda que lo controla todo: el dinero, los golpes, incluso su identidad. Su vida da un giro inesperado cuando conoce a la hija de una de sus víctimas, una joven que carga con el desastre que sus acciones han provocado. Ese encuentro es el motor que pone en marcha el conflicto moral del protagonista, ese “¿quién soy realmente?” que atraviesa todo el metraje.

55 funciona de maravilla cuando abraza su rostro más criminal, mostrando la ciudad como un organismo vivo, hostil y fascinante a partes iguales. Shyam Madiraju sabe cómo mover la cámara entre el caos de los trenes, el hacinamiento de los barrios pobres y ese ritmo frenético que convierte cada secuencia en una pequeña bomba de tensión. Por momentos, la película se vuelve verdaderamente apasionante, casi hipnótica, sobre todo cuando explora el día a día del protagonista en una Mumbai que parece tragarse a cualquiera que no sepa correr más rápido que su propia sombra.

Sin embargo, es cierto que algunas escenas clave no terminan de funcionar, especialmente aquellas en las que el protagonista intenta ayudar a la hija de la víctima. No porque la idea sea mala —de hecho, es el corazón de la película— sino porque la ejecución resulta algo torpe, demasiado subrayada, perdiendo naturalidad y restando fuerza al drama. Uno siente que la película quiere emocionar, pero a veces lo hace empujando, no acompañando.

Y luego llega ese final fácil, blando, que intenta cerrar la historia con un gesto redentor que no acaba de estar a la altura de la crudeza previa. Es como si Madiraju, después de sumergirnos en el fango, hubiera tenido miedo de ensuciarse del todo. No es un mal final, pero sí un final que deja entrever el potencial que 55 podría haber alcanzado si hubiera sido un poco más valiente..

A pesar de sus irregularidades —algunas bastante evidentes— 55 se sostiene gracias a la fuerza del personaje principal y a esa mezcla de thriller y drama social tan propia del cine indio independiente. Es un filme que entretiene, que curiosea en territorios poco transitados y que, por momentos, logra emocionar con honestidad. El espectador que se acerque sin prejuicios encontrará una historia que, aunque imperfecta, no defrauda.

Durante el rodaje en las estaciones de Mumbai, el equipo tuvo que filmar varias escenas sin cortar el tráfico real de pasajeros, ya que cerrar zonas de la red ferroviaria era prácticamente imposible. Esto obligó al equipo —y sobre todo a los actores jóvenes— a realizar los “robos” fingidos en medio del caos auténtico, con gente pasando a centímetros y trenes entrando y saliendo. Varias de esas tomas improvisadas terminaron utilizándose en el montaje final por su naturalidad y energía.

NOTA 6/10





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.