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viernes, 29 de agosto de 2025

MEMORIAS DE UN CARACOL

Dirección: Adam Elliot 
Guion: Adam Elliot
Reparto: Animación (Voces)Sarah Snook, Charlotte Belsey, Kodi Smit-McPhee, Mason Litsos,Jacki Weaver, Magda Szubanski, Dominique Pinon, Tony Armstrong, Paul Capsis, Nick Cave, Bernie Clifford ,Davey Thompson
Edición: Bill Murphy 
Músical: Elena Kats-Chernin
Fotografía:Gerald Thompson
Distribuidora: Alfa Pictures 
Año; 2024
Título Original: Memoir of a Snail
Estreno En España: 31/01/25 en cines y 28/08/25 en plataformas Movistar Plus 
Género: Documental,  Drama 
Duración; 94 Minutos 

ARGUMENTO 
La historia sigue a Grace Pudel, una niña australiana de los años 70 que tras perder a su madre al nacer y a su padre (que fallece cuando es niña), es separada de su hermano gemelo. En su adolescencia, desarrolla una obsesión por coleccionar objetos de caracoles mientras su vida transcurre entre hogares adoptivos disfuncionales. Una anciana excéntrica, Pinky, se convierte en su amiga y guía emocional, ayudándola a superar trauma y buscar sentido en su mundo. La película narra su vida hasta que, tras superar múltiples pérdidas, se reconcilia con su hermano adulto en un emotivo reencuentro. 

CRÍTICA 
Adam Elliot lo ha vuelto a hacer. Si con Mary and Max ya demostró que la animación en stop motion podía alcanzar cotas de hondura emocional reservadas para el mejor cine de carne y hueso, en Memorias de un caracol confirma que estamos ante un autor único, capaz de dotar de vida, dolor y ternura a unas figuras de plastilina que, en manos de otro, serían simples muñecos. Aquí no: aquí respiran, sienten, lloran y se aferran a la existencia como si de verdad fueran de carne y hueso

La película es, en sí misma, un prodigio. Una obra que se mueve entre lo sórdido y lo poético, entre el drama más desgarrador y la comedia más ácida, entre el trazo grotesco de sus personajes y la infinita delicadeza de lo que cuentan sus miradas. Elliot no se limita a narrar la vida de Grace y Gilbert, esos dos hermanos separados por las circunstancias y unidos por un destino marcado por la tragedia: lo que hace es trasladarnos a su universo íntimo, obligarnos a acompañarlos en su viaje y, de paso, a mirarnos en el espejo que nos pone delante.

Técnicamente, la película es una auténtica joya. La animación en stop motion alcanza aquí una naturalidad que roza lo imposible: cada gesto, cada detalle en los escenarios, cada objeto coleccionado por Grace tiene una carga simbólica y una verdad incuestionable. La fotografía de Gerald Thompson envuelve este mundo en tonos apagados, grises, casi sucios, reforzando la sensación de tristeza latente, pero siempre hay destellos de color que nos recuerdan que incluso en la desolación cabe la esperanza. 
La música de Elena Kats-Chernin, por su parte, acompaña sin imponerse, acaricia la narración y le otorga ese tono melancólico que nos atrapa desde el primer compás.

Narrativamente, Memorias de un caracol es un puñetazo en el estómago disfrazado de caricia. El espectador entra en la sala pensando que verá un ejercicio estético de animación y sale conmovido, removido, con la sensación de haber asistido a un drama humano tan universal como doloroso. Adam Elliot escribe con bisturí: corta donde duele, abre las heridas, pero nunca sin compasión. Y ahí reside la grandeza del filme: en su capacidad para conmovernos sin caer en el sentimentalismo, para hablarnos de la soledad, la pérdida y la fragilidad del ser humano sin renunciar a la ironía ni al humor negro.

Sarah Snook pone voz a Grace con una ternura rota que atraviesa la pantalla, y junto a ella todo el reparto construye un coro de personajes excéntricos, frágiles, desesperados, que engrandecen aún más la historia. Pero más allá de los nombres, lo que queda es la emoción: esa punzada en el pecho que acompaña al espectador mucho después de que la película haya terminado.

Memorias de un caracol no es solo una película de animación. Es cine en estado puro. Una obra que se agarra a la memoria y se niega a soltarnos, que nos demuestra que el stop motion, lejos de ser un artificio, puede convertirse en un vehículo privilegiado para hablar de lo más profundo y doloroso de la condición humana. Una joya, sí. Una auténtica maravilla de la animación.

NOTA 8/10

AUDIO DE LA CLAQUETA CRÍTICA DE MEMORIAS DE UN CARACOL

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