domingo, 24 de agosto de 2025

ANIMALE

Dirección: Emma Benestan 
Guion: Emma Benestan, Julie Debiton,Vincent Le Port
Reparto:  Oulaya Amamra, Damien Rebattel, Vivien Rodriguez,Claude Chaballier, Elies-Morgan Admi-Bensellam, Pierre Roux, Marinette Rafaï, Renaud Vinuesa
Música: Yan Wagner 
Fotografía: Ruben Impens 
Montaje: Clémence Diard 
Sonido: Anne Dupouy, Gert Jans,Aïda Merghoub, Emmanuel De Boissieu 
Producción: Eve Martin 
Vestuario: Fabienne Menguy
Distribuidora: Filmin 
Año:2024
Título Original: Animale
Estreno En España : 29/08/25 en plataformas Filmin dentro del AMFF 
Género: Drama,  Fantástico 
Duración: 100 Minutos 

ARGUMENTO 
La Camarga es una región francesa conocida por sus corridas de toros, un ambicioso espectáculo donde se pone a prueba la agilidad y el respeto entre hombres y bestias. Rodeada de hombres, la veinteañera Nejma se entrena sin descanso para conseguir su sueño de ganar la competición anual. Pero cuando la temporada está en pleno apogeo, varias desapariciones preocupan a los lugareños. Pronto se extiende el rumor de que una bestia salvaje está al acecho.

CRÍTICA 
Emma Benestan se adentra en un terreno pantanoso con Animale, una película que busca ser muchas cosas a la vez y que, en su ambición, acaba dejando un poso desigual. Presentada en la Semana de la Crítica de Cannes y vista después en el Festival de Sitges 2024 —donde pasó sin pena ni gloria—, la cinta se sostiene mejor cuando se asienta en el drama social que cuando se arriesga en el fantástico.

La course camarguaise constituye una tradición taurina única que se desarrolla en la región francesa de la Camarga y que difiere radicalmente de la corrida española. Sus orígenes se remontan al siglo XVI y la fiesta ha evolucionado hasta convertirse en un espectáculo regulado donde los raseteurs (corredores) vestidos de blanco intentan arrebatar mediante un gancho metálico las escarapelas, borlas y cordones colocados en la cabeza del toro, en una demostración de agilidad, precisión técnica y conocimiento profundo de los animales

La diferencia fundamental con la tauromaquia española radica en que la course camarguaise no implica la muerte del animal. El toro es considerado una auténtica estrella, adorado y honrado, y es su nombre, y no el de los raseteurs, el que se destaca en cada una de las corridas. Esta tradición, profundamente masculinizada, convierte la presencia de Nejma, la protagonista de la película, en una auténtica disrupción en un universo donde las mujeres prácticamente no tienen cabida.

La Camarga, tierra de tradiciones y  de toros, se convierte aquí en un escenario cargado de simbolismo. Nejma, interpretada con entrega por Oulaya Amamra, lucha por abrirse camino en un universo dominado por hombres. Su sueño de coronarse en la competición anual no es solo un desafío deportivo, sino una reivindicación frente a un entorno que aún arrastra viejas costumbres y donde la mujer sigue ocupando un papel secundario. El conflicto, por tanto, tiene ecos evidentes del #MeToo, de ese pulso entre tradición y modernidad, entre sumisión y emancipación

La película funciona con fuerza en esta lectura de denuncia: la presión social, el cuestionamiento constante y el machismo latente se dibujan con claridad. Sin embargo, cuando Benestan introduce la trama de las desapariciones y la supuesta bestia salvaje, el relato se resiente. El fantástico aparece como un añadido poco integrado, casi forzado, que resta solidez a la narración principal en lugar de potenciarla. Más que una fusión de géneros, parece un injerto que no termina de encajar.

En lo formal, Animale destaca gracias a la fotografía de Ruben Impens, que sabe capturar la belleza agreste de la Camarga y dotarla de un aire amenazante cuando la historia lo requiere. También la música de Yan Wagner aporta intensidad y subraya los momentos de tensión, aunque sin llegar a convertirlos en inolvidables.

En definitiva, Animale es una obra interesante por lo que plantea y por la valentía de situar a su protagonista en un entorno hostil donde debe reivindicar su identidad. Como drama social y como metáfora feminista funciona; como relato fantástico, se queda corta. Quizá por eso, en Sitges apenas dejó huella, pero sí abre un debate necesario sobre cómo filmar hoy el mito de la mujer frente al monstruo —sea este real, inventado o una metáfora de la opresión cotidiana—.

NOTA 6/10

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