sábado, 7 de junio de 2025

MEZCLA SONORA-JD MCPHERSON- I CAN'T GO ANYWHERE WITH YOU

Hay canciones que nacen para ser escuchadas de madrugada, con el alma un poco torcida, el corazón apretado y la radio a válvulas susurrando en la penumbra. “I Can’t Go Anywhere With You” es una de esas joyas que parecen sacadas de un baúl olvidado en algún garaje de Memphis o Tulsa, pero no: es puro 2024, aunque suene a 1957. JD McPherson y Bloodshot Bill se han marcado una pieza que huele a cuero viejo, a brillantina y a neón mortecino, y lo hacen con una autenticidad que emociona.

Hay canciones que nacen para ser escuchadas de madrugada, con el alma un poco torcida, el corazón apretado y la radio a válvulas susurrando en la penumbra. “I Can’t Go Anywhere With You” es una de esas joyas que parecen sacadas de un baúl olvidado en algún garaje de Memphis o Tulsa, pero no: es puro 2024, aunque suene a 1957. JD McPherson y Bloodshot Bill se han marcado una pieza que huele a cuero viejo, a brillantina y a neón mortecino, y lo hacen con una autenticidad que emociona.

Desde el primer rasgueo de guitarra se impone la atmósfera: cruda, directa, sin florituras. Un contrabajo seco y vibrante marca el pulso, mientras la batería, mínima pero certera, recuerda que el groove puede ser simple y perfecto. McPherson canta como siempre: con ese tono cálido, nasal y empapado de reverb que parece haber viajado por ondas hertzianas desde una emisora AM perdida en el tiempo. Pero es la aparición de Bloodshot Bill lo que eleva la canción a otro nivel: su voz rasposa, con ese deje canalla, se pega a la de JD como el humo a los terciopelos de un club nocturno.

El tema es un duelo amistoso, una conversación entre dos outsiders que se saben incompatibles con el mundo —o más bien, que saben que el mundo no está preparado para ir con ellos. “I Can’t Go Anywhere With You” no es sólo una declaración de frustración romántica, sino también una especie de manifiesto: no hay espacio para el amor cuando el rock and roll es la única religión posible.
Nite Owls, el disco del que proviene esta pieza, no es un simple homenaje al rock and roll clásico: es una carta de amor escrita con sangre, sudor y cerveza caliente. McPherson, que nunca se ha conformado con ser un revivalista, se adentra aquí en terrenos que van del rhythm and blues al doo-wop, del garage al country sin domesticar, pero sin perder nunca el pulso del género madre. Y en medio de todo eso, esta canción brilla con una luz especial, como un faro en mitad del desierto sonoro.

En una época en la que la música tiende al artificio, JD McPherson y Bloodshot Bill nos recuerdan que aún hay espacio para la verdad, para los amplis crujientes, para las voces sin autotune y las historias que caben en dos minutos y medio. Escuchar “I Can’t Go Anywhere With You” es como volver a casa tras una noche larga y darse cuenta de que, aunque todo siga igual de jodido, el rock and roll todavía tiene sentido. Y eso, amigos, no es poca cosa.


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