Dirección: Ibon Cormenzana
Guion: Ibon Cormenzana, Roger Danès, Alfred Pérez Fargas, Manuela Vellés
Reparto: Manuela Vellés, Sofía Otero, Roberto Álamo, Elena Irueta
Ramón Barea, Constanza Gallego, Maia Zaitegi
Producción: Ibon Cormenzana
Productoras: Mundo Cero Crea SL, Mundo Cero Bat AIE
Fotografía: Alejo Levis
Montaje: Alejo Levis
Música: Aitor Etxebarria
Diseño de vestuario: Usue Peña
Distribuidora: A Contracorriente
Año: 2025
Título Original: Cuatro Paredes
Estreno En España: 06/06/25
Género: Drama, Autor
Duración: 84 Minutos
ARGUMENTO
A punto de cumplir 10 años, Sofía pierde a su padre en un accidente que lo cambia todo. Ahora vive sola con su madre, Juana, enfrentándose a una realidad que nunca imaginaron: la fina línea que separa la estabilidad de la pobreza se desmorona bajo sus pies. Juana lucha desesperadamente por proteger a Sofía de la precariedad y de la depresión que la acecha, esforzándose por mantener una apariencia de normalidad. Mientras tanto, Sofía encuentra un refugio en su pasión por el teatro, donde la magia de los ensayos para la obra de fin de curso parece ofrecerle una salida momentánea de su realidad.
CRÍTICA
Hay películas que no necesitan salir al mundo exterior para hablar del mundo entero. Cuatro paredes es una de ellas. Ibon Cormenzana nos encierra junto a una madre y su hija en un refugio improvisado y, desde ese espacio asfixiante, lanza una radiografía emocional que nos obliga a mirar hacia dentro, hacia nuestros propios miedos, hacia nuestros vínculos más profundos, hacia la fragilidad de todo lo que creemos seguro.
La propuesta es tan sencilla como potente, tras la pérdida del padre de familis Juana y Sofía malviven debido a la precariedad debido a un panorama del que no pueden salir, el mundo se desmora y el pozo cada vez es más grande. No hace falta, la angustia es la deriva de lo que el director nos muestra, la impotencia se apodera de la pantalla Cuatro paredes se convierte en un drama de una fuerza emocional devastadora.
Manuela Vellés, siempre elegante en la contención, ofrece aquí una de las interpretaciones más descarnadas de su carrera. Su Juana está rota, pero nunca deja de ser madre. Su mirada mezcla dolor, determinación, miedo y ternura en cada plano. Y frente a ella, Sofía Otero, ese prodigio interpretativo que ya deslumbró en 20.000 especies de abejas, confirma que lo suyo no fue casualidad. Su Sofía es luz en medio de la oscuridad, y al mismo tiempo, una niña que aprende a mirar el mundo con los ojos de quien ya ha visto demasiado.
La cámara de Cormenzana no busca lucirse. Permanece cerca, íntima, casi respirando el mismo aire viciado que las protagonistas. La dirección de fotografía de Alejo Levis aporta calidez incluso en los momentos más desesperanzadores, y la música de Aitor Etxebarria aparece solo cuando es imprescindible, acariciando la emoción sin manipularla.
Y, sin embargo, no todo es redondo. El tramo final, deja alguna laguna narrativa o mas bien algunos personajes sin desarrollar que podrian ser claves en lo que el directorvasco nos propone. Algunas preguntas quedan sin respuesta y ciertos giros parecen demasiado apresurados, como si el relato, tan cuidado hasta entonces, necesitara acabar antes de tiempo. Pero ni eso consigue empañar el conjunto. Porque lo importante no es cómo termina, sino lo que ha hecho sentir durante todo el trayecto. Y en ese terreno, Cuatro paredes es puro cine con alma.
Cormenzana dirige de manera íntima, delicada y firma un film que nos arrincona emocionalmente, que no necesita discursos grandilocuentes para hablar de la pérdida, la maternidad, el miedo o la esperanza.
Un relato pequeño en escala pero inmenso en impacto. De esos que se ven en silencio… y se recuerdan con un nudo en la garganta
NOTA 8/10
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