Dirección: Irene Bailo Carramiñan
Guion: Céline Ducreux, Irene Bailo Carramiñan
Reparto: Documental
FotografíaTom Orliaguet, Nicolas Constant y Sonia Llera
Montaje: Céline Ducreux.
Sonido Laura Gantes.
Distribuidora: Nueve Cartas
Año; 2025.
Título Original: Queer Me
Estreno En España: 12/12/25
Género: Documental, Autor
Duración: 95 Minutos
ARGUMENTO
Desde sus primeros amores adolescentes hasta el descubrimiento de la comunidad queer de Toulouse, Irene explora su relación con las normas sociales y las del propio colectivo. “Queer me” es un viaje vital, político y generacional que, a través de material de archivo, recuerdos personales y registro documental actual, construye una mirada íntima y coral del movimiento transfeminista desde la casa okupa TDB.
CRÍTICA
Hay películas que nacen desde un lugar tan íntimo que uno siente que casi no debería estar mirando. Queer Me, el documental dirigido y protagonizado por Irene Bailo Carramiñana, pertenece justamente a esa categoría: un film pequeño en apariencia, pero de una radical honestidad que desarma. A través de sus recuerdos —sus primeros amores adolescentes, la llegada a Toulouse, el descubrimiento de la comunidad queer que habita la casa okupa TDB— la directora construye un testimonio íntimo, político y generacional sobre lo que significa crecer al margen de las normas… incluso de las del propio colectivo.
Un viaje poliédrico, pero lo interesante de Queer Me no es tanto lo que cuenta sino cómo lo cuenta: con un montaje que mezcla material de archivo, grabaciones caseras y registros contemporáneos, como si Bailo quisiera demostrar que la identidad no es un bloque sólido, sino un collage en constante movimiento. Ese juego de texturas, esa manera de juntar tiempos y miradas, tiene algo de diario fílmico y algo de manifiesto.
Ahora bien, y aquí llega la mirada más crítica, Queer Me es también un documental que parece hablar sobre todo para quienes ya viven y respiran esa comunidad. Es cine realizado desde dentro y para dentro, para los habitantes de esa casa okupa que funciona como refugio emocional, político y generacional. Para los demás, para el espectador externo que no comparte ese mismo tejido afectivo, la película puede resultar cercana durante un tiempo… pero también corre el riesgo de diluirse pronto, engullida por la marabunta de estrenos reivindicativos que copan la cartelera actual. Queer Me tiene verdad, pero le falta a veces distancia; está cargada de autenticidad, pero en ocasiones sacrifica la universalidad por la autodefensa.
Eso no quita que tenga momentos de verdadero fulgor. Hay escenas —una conversación nocturna en el patio, un silencio incómodo entre compañeras, una celebración festiva que rebosa vida— en las que el film se ilumina y consigue trascender su condición de documento interno para convertirse en un gesto cinematográfico propio. Son fogonazos que revelan a una cineasta que, cuando se suelta, sabe mirar con una sensibilidad que va mucho más allá de lo militante.
La directora ha contado en alguna presentación que parte del material más emocional del film se grabó sin ninguna intención de convertirse en película: eran simples vídeos de convivencia, capturas hechas en medio del caos cotidiano de TDB, guardados en carpetas digitales improvisadas. No fue hasta años después, al revisarlos, cuando surgió la idea del documental. Ese origen “accidental” explica en buena parte ese aroma de autenticidad y esa sensación de estar viendo fragmentos de vida antes que una obra diseñada para el circuito de festivales.
En definitiva, Queer Me es un trabajo honesto y de pulsión personal, un film que funciona mejor como acto de memoria y autorreconocimiento que como propuesta plenamente cinematográfica para todos los públicos. Los espectadores más cercanos a la experiencia queer y a la vida comunitaria okupa encontrarán un espejo sensible. El resto hallará una obra interesante, con hallazgos formales, pero que quizá se desdibuje tras su visionado. Aun así, queda la certeza de haber asistido a un retrato sincero, imperfecto, a veces disperso, pero siempre nacido desde la necesidad profunda de contar(se).
NOTA 5/10
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