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lunes, 24 de noviembre de 2025

ELOY DE LA IGLESIA: ADICTO AL CINE

Dirección: Gaizka Urresti. 
Guion: Gaizka Urresti,Moisés Garrido,Juan Barrero. 
Reparto: Documental 
Fotografía: Pepe Añón.
Montaje: Juan Barrero. 
Música: Carmen Cañada
Distribuidora: Sin distribución en España 
Año; 2025
Título Original: Eloy De La Iglesia: Adicto Al Cine
Estreno En España: 12/10/25 en el Festival de Sitges 
Género : Documental,  Biopic
Duración: 100 Minutos. 

ARGUMENTO 
Un director de cine valiente, un “enfant terrible” en sus inicios, combativo contra la censura, buscando siempre los límites de la libertad de expresión. Cronista de la parte más oscura de la Transición, caerá en los infiernos de la drogadicción y durante más de una década será olvidado y en ocasiones repudiado, pero logrará salir del ostracismo para volver a hacer cine, esa adicción de la que jamás pudo desengancharse.

CRÍTICA. 
Hay documentales que se conforman con ordenar una biografía. Y luego están aquellos, muy pocos, que logran escuchar a su personaje, comprender sus luces y sus sombras y convertir esa escucha en un retrato emocional y honesto. Eloy de la Iglesia, adicto al cine, dirigido por Gaizka Urresti, pertenece sin duda al segundo grupo. Es un documental amplio, detallado y profundamente completo, un recorrido por toda la filmografía del cineasta vasco que funciona tanto como homenaje como puesta al día de una figura a la que el tiempo ha terminado otorgando el lugar que siempre mereció.

Urresti estructura el relato a partir de multitud de voces: amigos, intérpretes, técnicos, críticos, compañeros de profesión… todos ellos componiendo un mosaico que, lejos de resultar disperso, ofrece una mirada coral, casi generacional, sobre Eloy de la Iglesia. Cada intervención está llena de pequeñas piezas de vida: anécdotas profesionales, historias de rodaje imposibles, recuerdos íntimos que hablan del director con la misma sinceridad con la que él retrataba a sus personajes.

Dentro de la crítica social de su cine, el documental recupera la esencia que recuerda a Eloy como “un director valiente, combativo contra la censura, cronista de la parte más oscura de la Transición, y un hombre que cayó en los infiernos de la drogadicción para después encontrar en el cine la única adicción de la que nunca quiso desengancharse”. Esta frase, incluida casi como un leitmotiv, resume perfectamente el espíritu del film: una vida que fue lucha, cine y supervivencia a partes iguales

Uno de los mayores aciertos del documental es que no hurta nada. Habla del talento precoz, del enfant terrible, del provocador; pero también del hombre que desapareció durante años, del creador repudiado por una industria que luego le recibiría con alfombra roja. Y lo hace con delicadeza, sin sensacionalismo, apoyándose en testimonios que transmiten afecto y humanidad.

El paso por el Festival de Sitges solo confirmó lo que muchos intuíamos: la película llegaba con expectación… y salió con ovación. Ese día se habló —y mucho— del documental. En los pasillos, en los coloquios, en las colas eternas del Auditori; todos coincidían en algo: Urresti había logrado reivindicar a Eloy sin caer en la hagiografía, devolviendo al público esa mezcla de incomodidad, rabia y ternura tan propia del director

Entre las curiosidades del rodaje, destaca una especialmente significativa: varias entrevistas se grabaron en localizaciones originales de las películas de Eloy, algunas prácticamente irreconocibles hoy, lo que obligó al equipo a improvisar iluminación y sonido en espacios reducidos y ruidosos. Urresti contaba que, en un momento concreto, mientras entrevistaban a uno de los actores fetiche del director, apareció espontáneamente un vecino que recordaba haber visto rodar El Pico en su juventud y aportó un detalle que terminó integrado en la investigación final. Una de esas casualidades que solo ocurren cuando un documental está vivo y abierto al azar.

Eloy de la Iglesia, adicto al cine es, en definitiva, un documental necesario, riguroso y emocionante, un viaje a través de una filmografía única y de una vida marcada por la urgencia de contar. Una obra que respira respeto, que ilumina rincones olvidados y que deja claro, sin alzar la voz, por qué Eloy sigue siendo un cineasta imprescindible.

NOTA 7/10


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