Director: Daniel Minahan
Guion: Bryce Kass, basado en la novela de Shannon Pufahl
Reparto: Daisy Edgar‑Jones, Jacob Elordi , Will Poulter, Diego Calva, Sasha Calle,Chad Coe, Don Swayze
Fotografía: Luc Montpellier
Música: Mark Orton
Distribuidora: Beta Fiction Spain
Año: 2024
Título Original: On Swift Horses
Estreno En España: 08/08/25
Género: Drama, Romance
Duración: 117 Minutos
ARGUMENTO.
Muriel y su marido Lee comienzan una nueva vida en California cuando él regresa de la guerra de Corea. Pero su nueva estabilidad se ve alterada por la llegada del carismático hermano de Lee, Julius, un jugador caprichoso con un pasado secreto. Rápidamente se forma un peligroso triángulo amoroso. Cuando Julius se marcha en busca de la joven tramposa de la que se ha enamorado, el anhelo de Muriel por algo más la empuja a una vida secreta propia, apostando a los caballos de carreras y explorando un amor que nunca soñó posible.
CRÍTICA
Hay películas que lo tienen todo para emocionar, conmover, desgarrar. Historias de pasiones prohibidas, de silencios que dicen más que mil palabras, de personajes que buscan algo parecido a la felicidad aunque sepan de antemano que no les pertenece. Indomables parece tenerlo todo. Y, sin embargo, no tiene lo más importante: alma.
Ambientada en unos años cincuenta que el equipo artístico reconstruye con notable precisión, Indomables nos presenta a Muriel y Lee, una joven pareja que cambia de ciudad en busca de una nueva vida. Pero el relato pronto desvía su atención hacia Julius, el carismático y esquivo hermano de Lee, un personaje que se instala en Las Vegas con la idea de reinventarse, aunque no sabemos muy bien si como tahúr, amante, fugitivo o todo a la vez.
Muriel y Julius comienzan a cartearse. Se escriben para contarse lo que no pueden decir cara a cara. Las cartas, que podrían haber sido el corazón emocional del filme, acaban siendo una excusa narrativa más. Todo lo que se cuenta se dice sin pasión, como si los personajes no quisieran estar ahí o los actores no supieran cómo entrar en la piel de quienes representan. Hay tensión —romántica, sexual, emocional—, pero es una tensión impostada, que no nace de las entrañas sino de un guion que fuerza situaciones sin que estas fluyan de forma orgánica.
Visualmente, no hay reproche alguno. La fotografía de Luc Montpellier es exquisita; el diseño de producción, elegante hasta el último detalle; y el vestuario recrea con delicadeza el espíritu de la época. Indomables es una de esas películas que podríamos enmarcar en cualquier plano. Pero a pesar de la belleza formal, todo se siente frío, calculado, artificial. Como si el envoltorio fuera lo único importante y dentro no hubiera nada que de verdad mereciera la pena abrir..
El triángulo emocional entre Muriel, Lee y Julius —que debería ser el motor del relato— no consigue conectar con el espectador. Las relaciones se insinúan más que se viven; los amores prohibidos se dibujan con timidez; y los conflictos internos se reducen a miradas que no terminan de decir nada. La película tiene algo de pose, como si quisiera ser muchas cosas a la vez y se quedara en tierra de nadie. Ni hay romanticismo arrollador, ni melodrama clásico, ni pulsión erótica, ni tragedia emocional. Hay, eso sí, una sucesión de escenas bellamente rodadas que no logran encontrar su centro.
Quizá lo más frustrante de Indomables sea su falta de riesgo. Una historia como esta —que podría haber sido un canto a la libertad, a los deseos escondidos, a la necesidad de vivir sin máscaras— se queda en una superficie pulida, reluciente, pero estéril. Todo parece medido al milímetro, como si alguien hubiera querido hacer una gran película pero se hubiera olvidado de escribirla desde las entrañas.
Indomables se queda en eso: en promesa no cumplida. Un filme que por momentos roza la elegancia del buen cine clásico pero que nunca alcanza a emocionarnos. Un envoltorio precioso que, al abrirlo, nos devuelve al vacío
NOTA 3,5/10
AUDIO DE LA CLAQUETA CRÍTICA DE INDOMABLES
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