Dirección: Anne Fontaine
Guion: Anne Fontaine, Claire Barré
Reparto: Raphaël Personnal,Jeanne Balibar, Doria Tillier, Vincent Perez, Emmanuelle Devos
Música: Bruno Coulais
Fotografía: Christophe Beaucome
Montaje: Fabrice Rouaud
Distribuidora: Alfa Pictures
Año: 2024
Título Original: Bolero
Estreno En España: 13/06/25 En plataformas Filmin
Género: Drama, Músical
Duración: 122 Minutos
ARGUMENTO
París, en los años locos. Maurice Ravel no da crédito a sus oídos cuando Ida, una atrevida y sensual coreógrafa, le pide que escriba la música de su próximo ballet. Impresionado, Ravel no sabe dónde encontrar la inspiración. Cuando decide rebuscar en sus recuerdos e inspirarse en las mujeres que han marcado su vida, el compositor logra crear su mayor obra: el "Boléro".
CRÍTICA
La genialidad de Maurice Ravel florece cuando Ida Rubinstein le propone crear la música de un ballet. Así nacerá el legendario "Boléro", la cima creativa de uno de los mejores compositores de todos los tiempos. Un biopic refinado con una aclamada interpretación de Raphaël Personnaz.
Boléro una delicada propuesta musical que recrea la gestación de una de las obras más emblemáticas del siglo XX y la vida de su compositor, Maurice Ravel. Se trata de un drama que, según la directora Anne Fontaine (“Coco avant Chanel”), no llega a ser biográfico, sino que es una forma de soñar a través de la música. El compositor cobra vida a través de la interpretación de Raphaël Personnaz, conocido por títulos como “Una nueva amiga” y “Crónicas diplomáticas”.
En Bolero, Anne Fontaine se aproxima al genio creativo de Maurice Ravel con la ambición de capturar no sólo el proceso compositivo de su obra más célebre, sino también los claroscuros personales del compositor. Sin embargo, lo que podría haber sido una mirada intensa, emotiva y profunda a la gestación de un hito musical, termina convirtiéndose en un ejercicio frío, calculado, que no logra desentrañar ni el alma del personaje ni la fuerza arrebatadora de su música.
En el París vibrante y contradictorio de los años veinte, Maurice Ravel, uno de los compositores más influyentes del siglo XX, se enfrenta a una inesperada propuesta: Ida Rubinstein, una coreógrafa audaz y seductora, le encarga la música para su próximo ballet. Desconcertado y sin una idea clara, Ravel se adentra en un viaje íntimo a través de sus recuerdos y de las mujeres que marcaron su vida, en busca de una inspiración que parece esquiva. Es en esa lucha interna, marcada por sus inseguridades, es donde comienza a tomar forma su creación más célebre: el Boléro.
Al igual que la icónica música que le da nombre, “Boléro” se desarrolla como un crescendo gradual. Anne Fontaine estructura la película de modo que cada secuencia se construye sobre la tensión de la anterior, reflejando la repetición hipnótica de la célebre composición: “El ritmo pegadizo y la música no te sueltan; te sacuden, te dejan sin aliento. Es una experiencia muy física, donde la razón desaparece por completo. En este caso, la música no es bella; es brutal. Y la película se construye sobre esa misma crueldad”, comenta la directora
Verdadero maestro de la orquestación, Ravel fue capaz de combinar tradición y modernidad, integrando influencias del jazz, la música española y popular, y experimentando con nuevas formas y armonías, lo que le permitió desarrollar un lenguaje musical propio: “Creo que tiene que ver con el hecho de que mi padre, músico, me dio formación musical y yo tocaba muchos instrumentos desde pequeña. Un día, mientras estaba en la playa, se me ocurrió la idea de hacer una película sobre él”, recuerda Fontaine.
La interpretación de Raphaël Personnaz demuestra que la mejor manera de acercarse al compositor es a través de su música: “Así que estudié piano durante un año y aprendí a dirigir una orquesta”, explica el actor. En la película, además del Boléro, se pueden descubrir otras obras magistrales de Ravel interpretadas por el virtuoso pianista Alexandre Tharaud, como Pavane pour une infante défunte, La Valse, Concierto para piano en sol mayor, o Ma Mère l’Oye.
Anne Fontaine construye con mimo el entorno, recrea con pulcritud la época y cuida cada encuadre con la precisión de un cuadro impresionista, pero en ese preciosismo formal se diluye el conflicto dramático.
Ravel, aquejado por su deterioro físico y mental, camina por la cinta como un espectro que nunca termina de revelarse. Los dilemas internos del compositor apenas se rozan y se da por supuesto que el espectador conectará con el genio por el simple hecho de saber quién fue. Pero el cine, como el Bolero mismo, exige una progresión emocional, y aquí esa evolución queda truncada.
Lo más problemático de Bolero es que no logra transmitir la angustia, la obstinación y la lucidez que hay detrás de la creación artística. Hay momentos de cierta belleza visual, alguna secuencia que sugiere el eco de una inspiración atormentada, pero nunca se alcanza el clímax que una historia como esta debería provocar. El Bolero —la obra— es una pieza que se eleva sobre sí misma hasta alcanzar el paroxismo; Bolero —la película— nunca despega del todo.
Una oportunidad perdida para explorar el alma de un genio que, irónicamente, encontró en la repetición musical su forma de ruptura. Fontaine, aquí, repite fórmulas sin arriesgar, y el resultado es una partitura cinematográfica tan correcta como olvidable.
NOTA 4,5/10
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